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196 D e l cam po etnográfico: Los En sa lm o s d e los in d io s P em on IV . PEQUEÑO MUESTRAR IO D E LOS SO PLO SrENSALMOS Y porque todas las cosas doctrinales resultan largas por reglas y breves por ejemplos, aquí va el que llamo pequeño muestrario de los soplos-ensalmos, traducidos a nuestro romance, porque de otra manera resultarían ininteli­ gibles. Y ya podrán comprender mis lectores que, aun en el caso de una buena traducción, estas piezas arcaicas y castizas pierden su mejor sabor y color, como si un indio se viste a la europea. 1. Para espantar la plaga (mosquitos nocturnos), cuyo zumbido y pica­ das no dejan dorm ir: — Cierto piá vivía con una hija de la plaga. Acostada con ella, le era im­ posible pegar el ojo y se vió obligado a abandonarla. Después de él se enamoró de la hija de la plaga una tekpuyá (especie de lagartija). Pero aquel piá le d ijo : Cuitado, si la tomas por mujer, no podrás dormir. Y respondió el tekpuyá : eso lo vamos a ve r; aunque así sea, yo me caso con ella. Y efectivamente, se casó con ella; y antes de acostarse se nombró re­ petidas veces, diciendo: Yo soy ciertamente aquél a quién la h ija de la plaga no desvelará; al contrario, claro que sí, yo la haré dormirse conmigo. Oh, oh; yo soy ciertamente aquél; yo el padre primero, el Dairarik-pia. Y efectivamente, habiéndose acostado con la hija de la plaga, no se des­ veló, ella más bien se durmió con él. Y eso por haberse ensalmado.— (Este ensalmo procede de la observación de que los mosquitos, moscas, etc., muchas veces se duermen sobre los lagartos, caimanes, lagartijas, etc.). 2 . Contra los parásitos intestinales (lombrices, anquilostomos, etc.), muy frecuentes entre los niños indios. — U n mozo, hijo de la gran tierra, estaba acongojado por las lombrices, llamadas sapaiprau, que son como hijos de las culebras. En esto lo encontró un cochino de monte, estando ya el mozo en las últimas. Y he aquí que el cochino de monte se nombró a sí mismo y d ijo : Yo soy ciertamente aquél que al hijo de la gran tierra acongojado por los sapaiprau, que son como hijos y pedazos de culebra, lo curé, boté fuera de él las lombrices. O h, oh ; yo soy ciertamente aquél; yo, yo el primer Uere- tukui, yo el Sompankó-piá .— (Este es el ensalmo contra los sapaiprau y otras lombrices y se nombra al cochino de monte porque se le encuentra hocicando siempre en busca de lombrices, que lejos de dañarle son uno de sus manjares predilectos).

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