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1 7 6 E l fran ciscan ism o: su va lo r y a ctu a lid a d social una viva conciencia de la responsabilidad social de la misma, y despertando en todos la d ifícil pobreza de espíritu. Este apostolado del pueblo fue siempre el objetivo de San Francisco. Y de ahí el carácter popular con que siempre se ha presentado el Franciscanis- mo, actuando cristiana y benéficamente sobre las masas de todos los siglos. Hoy mejor que nunca comprendemos la genialidad de las intuiciones de San Francisco y la actualidad de sus orientaciones. Sus seguidores tienen en ellas la inspiración certera para el apostolado moderno; sólo falta escoger sus apli­ caciones. La -pobreza misionera Uno de los secretos del Franciscanismo es haber utilizado la pobreza evan­ gélica como medio de apostolado. H a sido la compañera inseparable de la ac­ ción franciscana. La pobreza como síntesis de todas las renuncias de su vida. Será ella la primera misionera silenciosa, pero eficacísima por su fuerza de edificación y de expiación. E l Franciscanismo fué la salvación de su tiempo por medio de la virtud que más repugnaba y contradecía a los hombres va­ nidosos y guerreros de entonces: la pobreza. E lla dió al Franciscanismo li­ bertad de acción y valentía. Su fortaleza estaba en la pobreza y también el secreto de su fuerza popular, de su arrastre, de su limpieza. Libre así de todo cálculo, de toda ambición egoísta, el franciscanismo se muestra sincero y va­ liente. No teme decir la verdad, pues nada tiene que perder. Si para restable­ cer la justicia o remediar cualquier necesidad es preciso desazonar el egoísmo de alguno, no se intim ida. Esta misma pobreza que se apoya únicamente en la Providencia del Padre celestial, le alienta hacia empresas que nunca aco­ metería si sólo contase con los medios humanos. Hoy se echa de menos esta valentía sobrenatural para poder emprender algo que pueda ser eficaz en el d ifícil apostolado moderno. Por el miedo y el egoísmo de muchos que pretendían hacer el bien, se han ido perdiendo tantas batallas para el cristianismo. Si el comunismo ha conquistado en masa a los obreros ha sido debido en parte, según manifestación de los últimos Pontífices, a la timidez de los católicos frente a las injusticias de las clases altas, a su cobardía y a su silencio. Desde Jesús, la Iglesia había sido la pro­ tectora de los más débiles; pero resulta que ahora les han podido hacer ver sin demasiado esfuerzo que les ha estado engañando, para mantener su opre­ sión, y que en realidad la Iglesia es su mayor enemiga y aliada de sus opre­ sores. La conducta de muchos cristianos se lo ha confirmado, y los pobres han puesto sus esperanzas en otras doctrinas que se les ofrecen más propicias y cercanas. Por eso la Iglesia suplica hoy a sus sacerdotes y apóstoles la misión que San Francisco impuso a los suyos: ir a los pobres y trabajadores. Y para acercarse a ellos se les exige colocarse en su mismo plano; es decir, abrazar

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