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P . Mateo d e Encinas 1 8 5 bandera de los movimientos sociales no católicos, muchos cristianos apare­ cen por su apatía y su egoísmo, refractarios de este movimiento que llama a todos los hombres a participar de los beneficios de la civilización. De esta tristísima realidad han brotado las más amargas quejas de los Papas: «Es por desgracia verdad que el modo de obrar de ciertos medios católicos ha contribuido a quebrantar la confianza de los trabajadores en la religión de Cristo», dice Pío X I {Divini Redemptoris) y en la Quadragesimo anno aña­ de: «No cesaremos de reprobar semejante conducta; esos hombres son la causa de que la Iglesia, inmerecidamente, haya podido tener la apariencia y ser acusada de inclinarse de parte de los ricos, sin conmoverse ante las ne­ cesidades y estrecheces de quienes se encontraban como desheredados de su parte de bienestar en la vida.» Consciente ya de esta situación, León X III exhortaba anteriormente: «Haced que vuestros sacerdotes vayan al pueblo.» «Más de una ved hemos creído conveniente manifestar que al extremo a que llegaron los tiempos, es conveniente y oportuno descender al pueblo y comunicarse saludablemente con él.» ( Graves de communi.) Constantemente se repite en los últimos pon­ tificados la misma consigna: «Id al obrero, especialmente al obrero pobre, y en general id a los pobres siguiendo en ésto las enseñanzas de Jesús v de su Iglesia.» ( Divini Redemptoris.) Nadie como el franciscano debe sentirse aludido en estas ardientes re­ clamaciones. A ellos directamente se dirige el Papa actual en su alocución al congreso de apostolado organizado por la Orden Franciscano-Capuchina. Les exhorta de nuevo, como lo hizo León X III a reemprender las prístinas formas de apostolado de la Orden, manteniéndose fidelísimos a la pobreza, «practicada según la regla y el ejemplo del Patriarca de Asís». «La pobre­ za evangélica, compañera del trabajo, impuesto por D ios, amiga de toda virtud, defensa y honra del reino de C risto, promesa de las mejores espe­ ranzas es eficacísima para remedio de la corrupción moderna.» Por tanto, humildes y pobres en bienes terrenos, pero ricos en caridad y sacrificio, «con­ sagraos a los humildes, a los débiles, asediados por tantos peligros y enga­ ños». Acoged estas exhortaciones como expresión de «la gran confianza y esperanza que en vosotros tenemos puestas». ( Alocución a los Capuchinos ; 25 de noviembre de 1948 ) ( 5 ). Y en la carta dirigida pocos días después al Padre General vuelve a recordar la misión peculiar que la Orden ha tenido desde sus orígenes: «promover y sostener iniciativas de apostolado y cari­ dad en favor de los más débiles». « ;Por qué no acrecentar hoy esa actividad evangélica, cuando las necesidades lo hacen más urgente que nunca?» «Y esto — añade— no sólo en el templo — al cual no acuden ya los que se encuentran en mayor necesidad— sino también donde quiera que puedan (5 ) C fr . A n a le c t a O ., F F . M M . C a p ., 1948.

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