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1 7 0 D esarro llo y edu cación d e la in telig en cia mente, hay demasiados maestros que son incapaces de servirse adecuadamen­ te de los primeros, y de vivificar hábilmente las segundas.» Y por último, un tercero defenderá el otro caso, y d irá : «No, los maes­ tros son en general instruidos, hábiles y abnegados; los programas que se les imponen no son tan indigestos ni tan malos; lo que nos hace falta es unos métodos mejores, métodos lógicos.» Son aún posibles otras varian­ tes» ( 4 ). Podrían estos señores pasarse discutiendo hasta el fin de los tiempos sin poder salir del campo de lo opinable. Solamente un estudio experimental del problema, en conformidad con las leyes, de la ciencia experimental, nos podrá dar una solución rigurosamente científica y una solución irrechazable si la experiencia científica es también comprobable experimentalmente. Y tengamos muy presente que una cosa es la experiencia científica y otra lo que vulgarmente suele llamarse experiencia. La experiencia vulgar no es más que un conjunto de observaciones accidentales, de las cuales no se puede sacar ninguna conclusión científica. La Pedagogía científica nos indica la excelencia del método activo, como método óptimo en la educación de la inteligencia, y por tanto debe ser empleado preferentemente a otros métodos, aunque esto no quiere decir que sea de un modo exclusivo. Todo profesor, si verdadera y sinceramente se propone educar a sus dis­ cípulos intelectualmente, debe hacer examen de conciencia todos los días so­ bre estos puntos: ¿Cuántas veces he dado ocasión, he obligado a mis dis­ cípulos a pensar por sí mismos en el día de hoy? ¿Pesa sobre mi conciencia, acaso, la enorme responsabilidad de, no solamente no haberles obligado ni dado ocasión de pensar por sí mismos, pero lo que sería peor, de habérselo impedido directa o indirectamente? Muchas veces, en clase, cuando el profesor pregunta: «A ve i, V d ., la lección», el alumno podría muy bien responder: «Señor Profesor, ¿qué lec­ ción? ¿Su lección, lo que V d . acaba de decir, lo que dice el libro de texto, o «mi lección», lo que yo pienso sobre esta cuestión?» «Para ganar la vida del espíritu— dice Malebranche— es preciso traba­ jar con el espíritu. Los que no ganan con el sudor de su frente el pan del alma, nunca conocerán su sabor » Salamanca, 8 de abril de 1954 - F r . T omas d e F on tan il . O. F. M. Cap. (4) R . B U Y S E , La Experimentación en Pedagogía, T r a d . esp. d e P. M A R ­ T IN E Z D E S A L IN A S , E d it. L a b o r, S. A ., 1937, pág. 34.

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