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P . Tom ás d e F on tan il 167 otras ciencias, y a pesar de eso, te obstinas en buscar su semejanza con ellas. Esta semejanza no existe; pues mientras que todas las demás ciencias son ciencias de un objeto particular v no del todo de ellas mismas, sólo la sabi­ duría es la ciencia de otras ciencias y de sí misma. Esta distinción no puede ocultársete, y creo que haces ahora lo que declarabas antes no querer hacer; te propones sólo combatirme y refutarme, sin fijarte en el fondo las cosas. Sócrates.— ¡Pero qué! ¿Puedes creer que si yo te estrecho con mis pre­ guntas, sea por otro motivo que por el que me obligaría a dirigirme a mí mismo y a examinar mis palabras; quiero decir, el temor de engañarme pensando saber lo que yo no sabría? N o , te lo aseguro; sólo un objeto he tenido: ilustrar la materia de esta discusión; primero, por mi propio in­ terés, y quizá también por el de algunos amigos. Porque ¿no es un prove­ cho común para todos los hombres, que la verdad sea conocida en todas las cosas ? C ritias.— Seguramente, Sócrates. Sócrates.— Anim o, pues, amigo m ío; responde a mis preguntas, según tu propio juicio, sin inquietarte si es C ritias o Sócrates el que lleva la mejor parte; aplica todo tu espíritu al objeto que nos ocupa, y que sea una sola cosa la que te preocupe: la conclusión a que nos conducirán nuestros razo­ namientos. C ritias.— A s í lo quiero, porque lo que me propones me parece muy razonable. Sócrates.— Habla y dime lo que piensas de la sabiduría. C ritias.— Pienso que, única entre todas las demás ciencias, la sabiduría es la ciencia de sí misma v de todas las demás ciencias. J • Sócrates.— Luego, ¿será también la ciencia de la ignorancia, si lo es de la ciencia? C ritias.— Sin duda. Sócrates.— Por consiguiente, sólo el sabio se conocerá a sí mismo, y es­ tará en posición de juzgar de lo que sabe y de lo que no sabe. E n igual forma, sólo el sabio es capaz de reconocer, respecto a los demás, lo que cada uno sabe creyendo saberlo, como igualmente lo que cada uno cree saber, no sabiéndolo. N ingún otro puede hacer otro tanto. En una palabra, ser sabio, la sabiduría, el conocimiento de sí mismo, todo se reduce a saber lo que se sabe y lo que no se sabe. ;N o piensas tú lo mismo? C ritias.— S í. Sócrates.— T e llamo otra vez la atención, y con ésta serán tres, número que está consagrado al dios liberador, para que examinemos, como si comen­ záramos esta indagación, primero, si es posible o no, saber que una per­ sona sabe lo que sabe y no sabe lo que no sabe; en seguida, suponiendo esto posible, qué utilidad puede resultar en saberlo.

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