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1 6 6 D esarrollo y edu cación d e la in teligen cia más que querer, para ser de tu dictamen. Dios me libre de que así suceda. Yo busco de buena fe la verdad contigo; hasta ahora la ignoro. Cuando haya examinado la proposición nueva que presentas, te diré claramente si soy o no de tu dictamen, pero dame tiempo para hacer este examen. C ritia s.— Hazlo. Sócrates.— Comienzo. Si la sabiduría consiste en conocer alguna cosa, evidentemente es una ciencia, y la ciencia de alguna cosa. ¿No es así? Cn tias.— E s una ciencia, la de sí mismo. Sócrates.— ¿ Y la medicina?, ¿es la ciencia de lo que es sano? C ritias.— Sin duda. Sócrates.— Y si me preguntases: la medicina, esta ciencia de lo que es sano, en qué nos es ú til y qué bien nos procura; yo te respondería: un bien que no es poco precioso; nos da la salud, lo que es magnífico resultado. Creo que me concedes esto. C ritia s.— Lo concedo. Sócrates.— Y si me preguntases: la arquitectura, que es la ciencia de construir, qué bien nos procura; yo te respondiera, las casas. Lo mismo res­ pecto de las demás artes. T ú que dices que la sabiduría es la ciencia de sí mismo, estás en el caso de responder al que te pregunte: C ritias, la sabi­ duría, que es la ciencia de sí mismo, ¿qué bien nos procura que sea exce­ lente y digno de su nombre? Vamos, habla. C ritia s.— Pero, Sócrates, tú no razonas con exactitud. La sabiduría no es semejante a las otras ciencias; éstas no son semejantes entre sí, v tú su­ pones en tu razonamiento que todas se parecen. Veamos: dime, ¿'dónde en­ contraremos los productos de la aritmética y la geometría, cómo vemos en una casa el producto de la arquitectura y en un vestido el producto del arte de tejer, y así en una multitud de otros efectos, el producto de una multi­ tud de otras artes? ¿Puedes mostrarme los resultados de estas dos ciencias? Pero no, tú no puedes. Sócrates.— Es cierto; pero puedo por lo menos mostrarte de qué objeto en cada una de estas ciencias es la ciencia, objeto bien diferente de la cien­ cia misma. A s í es, que la aritmética es la ciencia del par y del impar, de sus propiedades y de sus relaciones. ¿No es así? C ritia s.— Sin duda. Sócrates.— ¿ Y el par y el impar difieren de la aritmética misma? C ritias.— No puede ser de otra manera. Sócrates.— Y la estática es la ciencia de lo pesado y de lo ligero; lo pe­ sado y lo ligero difieren de la estática misma. ¿No lo crees así? C ritia s.— Lo creo. Sócrates.— Pues b ien; dime, ¿cuál es el objeto de la ciencia de la sabi­ duría y que sea distinto de la sabiduría misma? C ritia s.— Veamos el punto en que estamos, Sócrates. De cuestión en cuestión acabas de hacer ver que la sabiduría es de otra naturaleza que las

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