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DESARROLLO Y EDUCACION DE LA INTELIGENCIA Comienza Descartes el ((Discurso del Método» diciendo que «el buen sentido es la cosa que mejor repartida está entre todo el mundo, pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él que aun los más desconten- tadizos respecto a cualquier otra cosa, no suelen apetecer más del que ya tie­ nen». M e parece muy acertada esta fina observación psicológica de Descartes, porque, en efecto, con relativa frecuencia se oye a unos quejarse de su poca memoria; otros, de su poca imaginación, y algunos hasta de su poca volun­ tad, pero difícilmente se encontrará uno solo que se queje de su poca inteli­ gencia o de su poco juicio. Con lo cual hasta los más torpes demuestran que no son tan tontos como parecen. Tener, por ejemplo, mala memoria o poca imaginación no se considera como un deshonor, pero decir de un individuo que tiene poca inteligencia, no resulta una lisonja agradable. Claro está que aun cuando las gentes estén contentas con su suerte — al menos eso dicen— por lo que a razón o inteligencia se refiere, no se sigue de aquí que a todos les haya tocado una porción considerable en el reparto de esta valiosa facultad. La simple experiencia vulgar nos confirma esto. Vemos claramente que existen diferencias entre los individuos en cuanto a capacidad intelectual, y que mientras algunos llevan su buena parte, otros, por el contrario, no han quedado bien parados en la distribución. También la ciencia.se ha ocupado de ese problema tan importante. La Psicología individual, llamada más acertadamente por Stern «Psicología D i­ ferencial», estudia detalladamente este problema de las diferencias que exis­ ten entre los individuos según su capacidad mental, y así nos habla de su- perdotados, medianías y retrasados mentales, pasando por todos los grados intermedios de estos tres grupos generales, donde se encuentran todos los individuos.

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