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P. S a lvado r d e C istiern a 155 A continuación el Pontífice hace una referencia a la guerra de agresión. Estas son sus principales ideas: 1) Es un deber de conciencia de todos los hombres el hacer lo posible por desterrar del mundo la guerra de agresión. Asegura que la teoría de la guerra como medio apto para resolver las con­ troversias ha sido ya superada. (Idem 25 - 27 .) 2 ) Punto esencial para conseguir ese propósito sería la «formación de un órgano internacional con suprema autoridad para ahogar en germen toda amenaza de agresión.» (Idem 27 .) 3 ) La inmoralidad de la guerra de agresión puesta en evidencia por los monstruosos medios de lucha, juntamente con la amenaza de una interven­ ción y de un castigo por la sociedad internacional, evitaría el peligro de la guerra. Pero este órgano internacional para que sea un eficaz instrumento de paz entre los pueblos debe tener presente: aa) Ño consagrar ninguna injusticia contra los vencidos. bb) N o lesionar ningún derecho, ya sea este de los pueblos neutrales, de los vencidos o de los vencedores. cc) No perpetuar ninguna pena o castigo, sino imponerla sólo tempo­ ralmente. dd) No juzgar, ni castigar colectivamente a la comunidad entera, sino a los individuos particulares, responsables de los conflictos bélicos. (Id . 28 - 30 .) 4 ) Y como el medio más eficiente para volver a los pueblos a la tran­ quilidad y al respeto humano, roto por la guerra, que evite en lo futuro una nueva conflagración, Pío X II propone la vuelta a ia solidaridad universal, fundada en la «íntima conexión de los destinos y de los derechos que de igual modo atañen a todos los pueblos». Lo cual requiere de antemano: aa) La deposión del odio, sobre todo entre los pueblos que han luchado entre sí. bb) Y que los pueblos responsables de la guerra, después de reparar los daños, tengan la posibilidad de poder «estar asociados, juntamente con los demás estados, y con la misma consideración v con los mismos derechos que la comunidad de las naciones». Y continúa diciendo el Pontífice: «Negarles esta esperanza sería lo opuesto a una previsora cordura; sería cargar con la grave responsabilidad de cerrar el camino a una liberación general de todas las desastrosas consecuencias materiales mo­ rales y políticas del gigantesco cataclismo que ha sacudido hasta las profundidades más recónditas la pobre fam ilia hum ana»... (Idem 29 .) R e f e r e n c ia a l a g u e r r a d e a g r e s ió n

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