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1 5 2 M ensaje d e dem ocra cia bb) Que esa opinión sea personal, fruto de su conocimiento y de su voluntad. De este modo se responsabiliza al ciudadano, respecto a sus obli­ gaciones en la vida pública. De estos principios deduce el Pontífice dos consecuencias: «La primera, que el Estado no es una conglomeración amorfa de individuos, sino «la unión orgánica y organizadora de un verdadero pueblo.» Y , por consiguien­ te— segunda consecuencia— «la masa es el mayor enemigo de la democra­ cia» (Idem . n ) . Inmediatamente hace una descripción entre el pueblo y la masa, vistos desde el ángulo constitutivo y funcional: E l p u e b l o . Aspecto estático. — Es un elemento organizado. Está cons­ tituido por hombres conscientes de sus responsabilidades y convicciones pro­ pias. Aspesto dinámico. — Tiene vida propia y , por tanto, obra y se mueve por sí mismo. L a masa. Aspecto estático. — M ultitud amorfa e inerte. Aspecto dinámico. — Sólo se mueve únicamente por un movimiento ex­ terno, mecánico, por un impulso que no nace de sí misma, sino que viene de fuera. De ahí, el que la masa sea por naturaleza voluble, incier­ ta, siempre a merced de quien sepa explotar sus instintos. Pío X II se detiene a examinar las consecuencias de la democracia que tie­ ne como base al pueblo, y aquella otra que se apoya en la fuerza inconsciente de la masa, que ahoga la verdadera libertad humana y la transforma en la pretensión de desatar los instintos y los impulsos del hombre. B) Principios en que debe asentarse el poder. — a) Necesidad de la au­ toridad. — En contra de una falsa concepción democrática, que debilita la fuerza de la autoridad limitándola a la voluntad del pueblo, Pío X II pro­ clama la necesidad de una autoridad efectiva y verdadera. Esta autoridad viene exigida por la existencia de la sociedad y por la misma dignidad y libertad personal: «Si los hombres, valiéndose de su dignidad personal, negasen toda dependencia de una autoridad superior provista del derecho de coac­ ción, por el mismo hecho socavarían el fundamento de su propia li­ bertad y dignidad, o lo que es lo mismo, aquel orden absoluto de los seres y de los fines» ( 15 ). b) Limitación de poder. — Pero la necesidad de la autoridad no justifica el ejercicio de un poder sin lím ites sobre el pueblo. E l abuso del poder no sólo se opone al orden absoluto impuesto por D ios, sino que impide, al mis-

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