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150 M ensaje (le dem ocracia gran ciudad Alemana, el 21 de octubre de 1944 . Alemania se ha quedado sola en la lucha. Rumania, Bulgaria, Finlandia piden la paz con el espacio de diferencia de unos días. Todo hacía preveer el final de la guerra con la victoria de los aliados. Estas circunstancias dan una importancia y una oportunidad extraordi­ naria al mensaje pontificio de la democracia que vamos a comentar. Ante la mirada clarividente de Pío X II se presenta el problema de la democracia co­ mo un hecho y como una tendencia irresistible. Este crecimiento democráti­ co se apoya en dos cosas: En primer lugar en el próximo final de la guerra con la victoria de los aliados que encarnan el triunfo de las democracias. Y en segundo término, en la persuasión popular de que los horrores y las amar­ guras de la guerra son consecuencia de un poder dictatorial e incontrolable: «Adoctrinados por una amarga experiencia, se oponen con mayor ímpetu a los monopolios de un poder dictatorial, incontrolable e in­ tangible, y exigen un sistema de gobierno que sea más compatible con la dignidad y con la libertad de los ciudadanos» (M ens. del 1944 , 4 .) No es, pues, extraño que los pueblos, deseosos de evitar en lo futuro una catástrofe semejante, busquen garantías seguras en un régimen demo­ crático : «Siendo tal la disposición de los ánimos, ¿hay acaso que mara­ villarse de que la tendencia democrática inunde los pueb los...?» E l problema es de enorme actualidad, y Pío X II, consciente de su misión, se cree en el deber de orientar a los hombres sobre los principios de una verdadera democracia. La ocasión se la ofrece el misterio de la Santa N avi­ dad del H ijo de D ios, que proclama la gran dignidad de la naturaleza hu­ mana, base de todo sano régimen democrático: «Nos dirigimos nuestra atención al problema de la democracia para examinar según qué normas ha de ser regulada para que se pue­ da llamar una verdadera y sana democracia.» (Idem ., 7 .) C oncepto d e democracia E l concepto de democracia defendido por Pío X II en este discurso no se ajusta al sentido estricto de una de las formas de gobierno aristotélicas. No se trata de una estructuración de poder político. Y esto porque: a) Para la Iglesia todas las formas de gobierno son legítimas, con tal

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