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mentación de Escoto adquiere una mayor eficacia si tenemos en cuenta que sólo podemos gozar de absoluta certeza acerca de los conceptos simplicitcr simplices ( i i). Este dato sujetivo adquiere una obvia confirmación histórica. Desde Aris­ tóteles hablamos de una ciencia del ser en cuanto ser, la Metafísica, que no sería posible si no ponemos com o ejemplo propio del entendimiento el ser en cuanto ser, independiente de cualquier determinación. Con esta postura escotista se definen los campos de la Física, de la M e ­ tafísica y de la Teología. La Metafísica es la ciencia de lo primariamente — no olvidemos el sentido de pnmariedad de que hablamos— cognoscible: prima scientia scibilis primi. Este primer cognoscible trasciende a todos los objetos particulares y sólo se ocupa de lo universalmente común. «Ciencia del ser común y de sus propiedades, la Metafísica está con la Teología en la misma relación que con la Física. T o d o lo que es verdadero afirmado del ser en general, es verdadero afirmado del ser físico en cuanto ser; todo lo que es verdadero del ser en general es verdadero de D ios en cuanto que D ios es se r... La Teología presupone, pues, la Metafísica como toda cien­ cia de un ser particular presupone la ciencia del ser en general» ( 12 ). Esto no quiere decir que, a partir de la Metafísica, podamos demostrar por demostración necesaria y a priori la realidad de lo real concreto; en otra hipótesis histórica acaso eso se pudiera efectuar; pero actualmente no nos elevamos a un concepto abstracto o trascendental sino a través del itinera­ rio laborioso de la abstracción sensible. Nuestro conocimiento actual co­ mienza por conceptos confusos de los objetos singulares y , pasando por las ideas menos universales, nos elevamos hasta la aprehensión de la razón co­ munísima de ser. «D e facto» sólo procedemos por abstracción, aunque fun­ damentalmente, radicalmente, nuestro entendimiento es capaz de intuición intelectual directa aun de las realidades suprasensibles, com o Dios o las sus­ tancias separadas. La Metafísica escotista es obra de un entendimiento que, si por el momento (no entramos ahora a investigar el por qué), no procede más que abstractivamente, deja entrever en forma latente su aptitud natu­ ral, lo que puede «ex natura potentiae». Acaso podamos esclarecer la actitud de Escoto y su concepto del ser si la comparamos con la postura de Santo Tomás. También para Santo Tomás es el ser el objeto de la Metafísica. Pero cuando el A ngélico habla de «ser», ese ser no es, directamente, más que la quididad de la cosa material; la rea­ lidad espiritual entra en el concepto por una cierta analogía. En cambio el «ser» a que llega Duns Escoto, aunque lo haya obtenido a partir de la abs­ tracción sensible, es un concepto que se predica, no por analogía, sino en 90 EL punto de partida de la metafísica de Duns Escoto (11) Cfr. B a r t h , P . T., O. F. M ., De fundamento univocationis apud Joannem Duns Scotum, Romae, 1939, p. 25. (12) G ilson , O. c., p. 72, nota 1.

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