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P. Gabriel de Sotiello 8 7 jeto primero del entendimiento. En este problema van como imbricados, en­ tre otros, el problema capital del objeto de la Metafísica, de sus límites y de la misma insuficiencia de la filosofía natural frente al dato de la Revelación. Esto quiere decir que la respuesta a la interrogante, ¿cuál es el objeto prime­ ro del entendimiento hum ano?, sitúa ya su postura filosófica dentro del ám­ bito de la filosofía medieval v cristiana. J Para proceder con la máxima claridad en un asunto propicio a confusio­ nes, precisaremos lo que queremos decir al hablar de «objeto primero del entendimiento humano». La primariedad puede ser puramente cronológica y equivaldría la pregunta anterior a esta otra ya más estricta, ¿qué es lo pri­ mero que el hombre conoce en el orden del tiempo? La pnmariedad puede entenderse en el orden de la perfección y la pre­ gunta anterior se resuelve en esta otra, ¿cuál es la cosa más perfecta que cae bajo el conocimiento humano? Finalmente podemos hablar de una primariedad de adquisición con la capacidad cognoscitiva de nuestro entendimiento. La pregunta taxativa po­ dría formularse del siguiente m o d o : ¿Cuál es la cosa a la cual está orde­ nado, dada su naturaleza, el entendimiento humano? En el presente estudio nos ceñimos exclusivamente al problema que sus­ cita la pregunta en este tercer sentido que hemos enunciado. Cuando Escoto se plantea esta cuestión tiene ante la vista la solución que le da la escuela agustiniana, representada en aquel tiempo máximamente por Enrique de Gante, el cual sostenía que el objeto primero y propio del entendimiento humano es D ios. Duns Escoto, que había debelado implaca­ blemente y com o nadie lo hubiera hecho hasta entonces, la teoría de la iluminación, con la cual está relacionada esta otra teoría metafísica, se opone también decididamente a la opinión del Gandavense. El primer objeto na- cural de alguna potencia implica un orden natural a dicha potencia. Pero D ios no puede implicar un orden natural a nuestro entendimiento, sub rn- tione motivi, a no ser bajo la razón de algún atributo común a D ios y a la creatura, com o sería el atributo de ser. Por consiguiente, D ios no puede ser el objeto primario de nuestro entendimiento ( 4 ). Frente a la teoría agustiniana se levantaba la sostenida por Santo Tomás, según el cual el objeto propio de nuestro entendimiento es la quididad de la cosa material. La argumentación del Angélico reposa sobre este principio general: Potentia cognoscitiva proportionatur cognoscibili. D e ahí que un entendimiento totalmente desligado de la materia, cual es el entendimiento angélico, tiene por objeto propio una sustancia inteligible separada del cucr- (4) «Primum obiectum naturale alicuius potentiae habet naturalem ordi- nem ad illam potentiam: Deus non habet naturalem ordinem ad intellectum nostrum sub ratione motivi, nisi forte sub ratione alicuius generalis attributi sicut ponit illa opinio; ergo non est obiectum primum nisi sub ratione illius attributi.» Ox. 1. d. 3, q. 3, n. 5.

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