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P. Gabriel de Sotiello 101 su extensión, tanto a D ios com o a la creatura, a la sustancia y al accidente, a los seres actuales y a los posibles, al ser-cosa y al ser-concepto. A l oponerse a varias formas ineptas de reconocidos tomistas cuando tra­ tan de enfrentarse con el traído y llevado y mal entendido ser escotista, el P. Belmond les invita a proponerse el problema en esta forma que él cree la única aceptable: ¿ «Es posible, por medio de la abstracción, desesenciar el concepto de «ens» hasta llegar a la pura exclusión de la nada absoluta, sin designar esto o aquello y afirmando globalmente ese concepto de todo aque­ llo que, de cualquier manera que sea, está fuera de la nada?» ( 37 ). El P. Belmond tiene en su favor algunos textos de Escoto que parecen decir lo mismo y casi con idénticas palabras. Tenemos, por ejemplo, aquel texto de los comentarios oxonienses, de indudable autenticidad, y en el que dice E scoto: «E l ser puede tomarse «communissime», en cuanto se extiende a todo aquello que no es la n ada ... a todo lo que no incluye contradicción, ya se trate del ser de razón, ya del ser real» ( 38 ). Esta postura evitaría, además, una aproximación peligrosa entre el ser de D ios y el ser de la creatura. En efecto, si la univocidad la colocamos en la línea de la esencia, D ios y la creatura quedarían instalados dentro de un género, y la criatura vendría a quedar convertida en una minimización de aquello que D ios era infinitamente. D ios y la criatura se distinguirían sólo por sus notas individuales y específicas. En cambio, si la univocidad la esta­ blecemos en la línea de la existencia, queda definitivamente alejado todo pe­ ligro de antropomorfismo, y sobre todo de panteísmo. Así, pues, el unívoco no supone una identidad parcial de naturaleza o de esencia entre seres con­ cretamente diversos, sino una escueta conveniencia en ser algo, en afirmarse frente a la nada absoluta. Siendo cierto que la determinación viene de la esencia, y que el ser escotista es indeterminado, precisamente por su predi- cabilidad de todo lo que es, se sigue que tal ser no puede situarse en la línea de la esencia, sino en la línea de la existencia o del «esse». Frente a esta postura que comparten otros escotistas modernos, E. Gilson nos da una interpretación diametralmente opuesta del sentido escotista del ser. Para Gilson, la Metafísica escotista está toda ella dominada por el punto de vista de la esencia La esencia o la naturaleza en el sistema elaborado por el Doctor Sutil es lo primario y sustancial, en tanto que la existencia no es más que un m odo de estar la esencia. Es inconcebible una distinción real en­ tre esencia y existencia desde el momento en que la esencia posee inmedia­ tamente la existencia que le corresponde. O , como lo expresó el antiguo co­ mentador de Escoto, Licheto, «es sencillamente imposible que se dé una (37) Belmond, op. cit., p. 249. (38) «Ens potest sumi communissime, prout sc cxtcndit ad quodcumque quod non est nihil... ad quodcumque quod non includit contradictionem, sive sit ens rationis, sive sit ens reale.» Ox. IV, d. 2, q. 3, n. 43.

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