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7 8 Valoración de la Metafísica Y polemizando contra Maquiavelo, escribe este notabilísimo pasaje, que transcribo íntegramente a pesar de su extensión: «(E l secretario florentino) era más que pagano, impío, no sólo por aquella falsa idea suya de que la fe había enflaquecido y enervado el valor de los antiguos romanos y dado al traste con su imperio y con la grandeza italiana, sino por su abierta incredulidad en cuanto al derecho natural y al fundamento metafísico de la justicia; por don­ de venía a ser partidario de aquellas doctrinas que hicieron, arrojar de Roma a Carnéades, y progenitor de todas las escuelas utilitarias que, desde Bentham, y antes de Bentham, han sido lógica consecuencia del abandono, de la negación o del extravío de la filosofía primera. Todo sistema sin metafísica está condenado a no tener moral. Vanas, e infructuosas serán cuantas sutilezas se imaginen para fundar una éti­ ca y una política sin conceptos universales y necesarios de lo justo y de lo injusto, del derecho y del deber, ora lo intente Maquiavelo a fuerza de experiencia mundana y de observación de los hechos, ora pretenda sistematizarlo Littré en su grosera doctrina del «egoísmo» y del «otroísmo» ( 49 ). Menéndez y Pelayo no será tal vez un profundo filósofo, pero es auto­ ridad muy respetable como historiador de las ideas filosóficas y religiosas, no menos que de las estéticas. Los anteriores pasajes adquieren, pues, valor de argumento en nuestro caso. Por lo demás, esta necesidad de fundamentar el orden moral en principios racionales de valor universal es fácilmente capta- ble, con autoridades o sin ellas. Por ende se puede echar de ver que, a la inversa, resultará inútil, perfec­ tamente inútil, afanarse por refutar un sistema de moral o de política sin haber refutado previamente los fundamentos metafísicos en que se apoya; falsos en metafísica, se entiende. Quizá por eso resulten infructuosas y lógi­ camente ineficaces las refutaciones del comunismo hechas por quienes igno­ ran el contenido íntimo y la fuerza propulsora del materialismo filosófico moderno en sus dos facetas, la dialéctica y la histórica. Para refutar á Lenin — o a sus discípulos— es preciso haber refutado a Carlos Marx. Y para po­ der refutar válida y lógicamente a éste, es indispensable haber refutado a H egel. Las teorías éticas, sociales, políticas y económicas brotan de los filoso- femas metafísicos acerca de la naturalea del hombre, de la del mundo y de la de D ios, bien así com o en los árboles brotan las hojas de las ramas, y és­ tas del tronco. Rechazar las consecuencias y dejar intactos los principios, cuando se trata de refutar un sistema ético, social o político, resulta tan in- (49) Ibici. T . V I , p á g . 10. M a d rid , 1930.

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