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6 4 Valoración de la Metafísica dimbre de esa tela. Las ideas de ser, esencia, existencia, posibilidad, im­ posibilidad, potencia, acto, naturaleza, substancia, atributo, individuo, per­ sona, accidente, propiedad, género, especie, clase, tiempo y espacio: el concepto de unidad, muchedumbre, identidad, totalidad, distinción, cau­ sa y efecto, acción y pasión, todo y parte, cantidad, igualdad, calidad, se­ mejanza y desemejanza, relación, oposición, finalidad, verdad y falsedad, bien y mal, belleza, orden, fealdad, perfección e imperfección, materia, fuerza y movimiento, masa y tamaño: las nociones de necesario y con­ tingente, de limitado e infinito, de mudable y de inmutable, de compuesto y de simple, de incompleto y de perfecto, de permanente y de caduco, de absoluto y de relativo, de condicionado y de incondicionado... y algu­ nas más que a este catálogo podrían añadirse, intervienen de continuo en la vida de la inteligencia, tanto en los saberes científicos como en el cono­ cimiento vulgar común a todos los racionales. Si prescindiéramos de ellas (intento nunca realizable para nuestro en­ tendimiento) nos sería imposible todo raciocinio y hasta toda formulación de juicio; nos quedaría solamente el desnudo hecho de la «intuición» per­ sonal, irreductible a conceptos y, por ende, incomunicable. Por eso es im­ prescindible captar con claridad y exactitud su contenido ideal. ¿No bastará el conocimiento vulgar que de ellas todo el mundo posee? Para la vida co­ tidiana, sí; para la ciencia, no. Basta para la primera el conocimiento es­ pontáneo, vago y sencillo. Pero, si la segunda ha de ser lo que promete — el ordenado conjunto de conocimientos científicos obtenido por sus causas— ha de procurar adquinr ideas claras y precisas de los objetos ideales que ma­ neja; lo cual no es realizable si previamente no se adquieren ideas preci­ sas y claras de estas nociones comunes, que forman la base de todo edificio ideal. Todas las nociones matemáticas: número, punto, línea, superficie, vo­ lumen, operaciones aritméticas, igualdad de figuras... se apoyan en la de cantidad, o la discreta o la continua. ¿Podrá, pues, el matemático analizar y comprender como es debido los teoremas de la trigonometría sin ha­ ber profundizado en la esencia del «continuo» y calado hondo en los pro­ blemas que consigo implica? La Física maneja de continuo las nociones de fuerza, velocidad, masa, orden y, sobre todo, «ley» en su sentido peculiar, ley física. ¿Podrá cap tar el valor y el alcance de esas leyes y de ese orden, si no tiene conceptos claros y precisos de causa, relación, movimiento y substancia en general? Ejemplos semejantes pueden tomarse de cualquier otra ciencia particular. Como puede asimismo la falta de conocimientos precisos echarse de ver en la confusión que algunos cultivadores de esas ciencias naturales cometen de cuando en cuando, confundiendo, v. gr., la verdadera causa con la sim­ ple ocasión, o la causalidad eficiente con la final, o la dependencia esencial con la puramente extrínseca. Queda, pues, patente la necesidad que tienen

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