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40 Valoración de la Metafísica Esto enseña Su Santidad el Papa, felizmente reinante, en la Encíclica Humani Generis (12 de agosto de 1950 ) número 29 , hablando de las fuer zas de la «humana razón» o, más en particular, de la «sana filosofía» en general. C/ Refiriéndose más concretamente a la filosofía tomista (Aquinalis metho- dum ac rationem ) y deplorando el menosprecio que algunos sectores la pro fesan por razón de su raigambre y contextura metafísica, enseña: «Es altamente deplorable que hoy en día algunos desprecien una filosofía que la Iglesia ha aceptado y aprobado, y que con petulan cia llaman anticuada en su forma y racionalista, así dicen, en sus procedimientos, pues afirman que esta nuestra filosofía 'defiende erróneamente la posibilidad de una metafísica absolutamente verda dera, mientras que ellos sostienen, por el contrario, que las verda des, principalmente las trascendentes, sólo pueden expresarse con doc trinas divergentes, que mutuamente se completan, aunque entre sí parezcan oponerse. Por lo cual conceden que la filosofía que se en seña en nuestras escuelas, con su lúcida exposición y solución de los problemas, con su exacta precisión de los conceptos y con sus claras distinciones, pudo ser apta preparación al estudio de la Teología, adaptándose perfectamente a la mentalidad de la edad media, pero creen que no es un método filosófico que corresponda a la cultura y a las necesidades modernas. Añaden, además, que la filosofía perenne es sólo una filosofía de las esencias inmutables, mientras que la mente moderna ha de con siderar la «existencia» de los seres singulares y la vida en su conti nua fluencia. Y mientras desprecian esta filosofía ensalzan otras, antiguas o modernas, orientales u occidentales, de tal modo que parecen insi nuar que cualquier filosofía o doctrina opinable, añadiéndole algu nas correcciones o complementos, si fuere menester, puede compa ginarse con el dogma católico; lo cual ningún católico puede dudar ser del todo falso, principalmente cuando se trata de los falsos sis temas llamados inmanentismo o idealismo, o materialismo, ya sea histórico, ya dialéctico, o también existencialismo, tanto si defiende el ateísmo, como si al menos impugna el valor del raciocinio meta- físico.» ( 2 .) Estos dos asertos del más autorizado exponente del pensamiento cató lico, del sobrenatural custodio de la verdad; o más sencillamente, estas afir maciones del Papa parecen la más oportuna introducción a cualquier estudio (2) Ib., n . 32.
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