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56 Valoración de la Metafísica física y su necesidad. Y demuestra la verdad de su solución, aduciendo mo tivos radicados ora en la naturaleza y aspiraciones naturales del «sujeto cog- noscente» — del hombre— , ora en la realidad y amplitud del «objeto cog noscible», ora en la estructura íntima de las ciencias particulares y en el fin común a que todas ellas se dirigen. Esas mismas razones explican el por qué del perenne retorno a la Metafísica,a pesar del triunfo deciertos sistemas, más deslumbradoresque sólidos, y de la popularidad de ciertos escritores, más bien literatos que filósofos. La «vieja» Metafísica continúa siendo siempre nueva. i .— Pruebas por razón del sujeto cognoscente El hombre, dotado de entendimiento y voluntad libre, no puede ser perfecto si no cuando estas dos potencias hayan obtenido satisfactoriamente la perfección de que son capaces; o, lo que es lo mismo, cuando hayan conseguido el fin a que naturalmete están enderezadas. En ambos senti dos es necesaria la Metafísica. He aquí el por qué: A) Por lo que se refiere al entendimiento, como inmaterial que es, tiene capacidad para conocer lo inmaterial aun tomándolo en sentido pro pio. Mas esta capacidad satisfácese tan sólo con las ciencias del espíritu y, por lo tanto, con la Metafísica que todas ellas presuponen, como veremos en seguida: y últimamente, y sobre todo, para perfeccionarse y satisfa cerse, necesita conocer a Dios, fin natural de toda inteligencia, Espíritu soberano y explicación última de todo ser y de todo conocer. Tiene San Bue naventura acerca de esta tendencia natural de nuestro entendimiento ha cia Dios una doctrina tan hermosa como profunda: baste recordar algu nos temas por vía de ejemplo: «Intellectus noster naturaliter ordinatur ad cognitionem summae lucis», es decir, de Dios mismo ( 21 ). «Omnis intellectus, quantumcumque parum habens de lumine, natus est per cognitionem et amorem capere Deum» ( 22 ). «Intellectus noster in aspectu summi luminis natus est beati- ficari, nec umquam aliquo potest esse contentus quousque perdu- catur ad illius clarum aspectum» ( 23 ). «Cognitio animae naturalis est cognitio non arctata; unde nata (21) Sent. I, d. 3, p. I, a.u n ., q. I, f. 5. T . I, pág. 68 b. (22) Breviloquium, p. I I, cap. X I I , n. 2. T . V , pág. 230 a. (23) Sent. II, d. 10, a. 2,q. 2, concl. T . I I, pág. 266 a.
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