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P. Feliciano de Ventola 3 7 ventare comme pour Saint Thomas, sera Celui qui est; la considération de bonté ne vient qu’en second lieu ou, -plutôt, en troisième, si l’on tient compte de ce que nous venons de dire de la vérité ( 83 ). Para probar esta interpretación aduce un texto del Itinerarium ( 84 V en el que el Seo. Doctor, refiriéndose a los dos modos de contemplar a Dios, como «Ser» y como «Bueno», trata antes del primero que del segundo. Esta prioridad parece al disertante un argumento serio en favor de la tesis, pues añade : Saint Bonaventure met ici être et bonté sur la même pied ; mais l’ordre dans lequel il les énumère et les propose ensuite à la contemplation montre suffisamment quelle est la qualité divine qui est primo-prima. También nosotros hemos concedido valor e importanica a estos pasajes del Itinerarium ; pero de ello hemos deducido, y nos parece que con toda objetividad una conclusión opuesta a la de Bissen. Contra el modo de ar gumentar del esci, autor nos permitimos hacer las siguientes observacio nes: Es cierto que San Buenaventura en este lugar del Itinerarium propone antes la consideración del ser (cap. V) que la del bien (cap. VI). Pero si esto prueba algo, es precisamente contra la conclusión que se quiere inferir, ya que el orden del Itineraarium es ascendente, por lo que la prioridad lo calista se conmuta de argumento en objeción. Quizá esta observación pa rezca sin importancia, pero revela la tendencia de este escritor a minimizar la importancia de la metafísica del «Bien» en el sistema teológico bona- venturiano. Que el ejemplarismo sea uno de los ejes de la concepción me tafísica de San Buenaventura es indiscutible. Pero en la tesis de J. M . Bis sen el ejemplarismo es tan sólo considerado en su aspecto formal. No se intenta una explicación última de esta primera comunicación divina del Logos. No que San Buenaventura acepte la interpretación emanatista de Plotino; pero entre esta interpretación y la mera consideración del Logos, bajo su aspecto formal, se halla la vía media que siguió el Doctor Seráfico con su metafísica del bien aplicada a la misma generación del Logos. Notamos, por tanto, en la obra del P. Bissen más bien una falta de omisión, que una deficiencia positiva, deficiencia que se echa de ver en la clásica obra de E. Gilson sobre San Buenaventura. Afortunado en la inter pretación general del sistema, este aspecto de la metafísica del bien no ha sido ponderado. De ahí el que muchas afirmaciones y aun capítulos ente ros de ambas obras ( 85 ) puedan dar pie para desconocer en su justo valor la metafísica del «Bien» de San Buenaventura y, por consiguiente, negar su valor ontològico. La razón última de esta deficiente interpretación de la ( 83 ) Uexcmplarisme..., p . 95 . (84) Itinerarium. .. c. V , n. 2: t. V , p. 308 b. (85) Cf. E . G ii . so n , La philosophie de S. Bonaventure..., especialmente en los c. 4, 5 y 7: J. M., L ’exempl-arisme... (per totum ). E l modo de interpretar el texto con el que encabeza su introducción muestra suficientemente cómo su punto de vista es tan sólo el aspecto formal del ejemplarismo.
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