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P. Feliciano ele Ventosa 9 N o nos interesa en esta ocasión criticar estas afirmaciones, ya indiscuti blemente arcaicas hasta en medios hostiles al mismo pensamiento medioeval. Pero no podemos menos de transcribir, como caso típico de ceguera mental, su juicio conclusivo, que parece increíble haya sido escrito en la patria de Santo Tomás y de San Buenaventura: «Dal medioevo e da ritenere sol- tanto che la sua barbane non fu Pero si el refutar tales afirmaciones lo consideramos tiempo tan perdido co mo el de intentar descubrir el Mediterráneo, nos interesa anotar cómo es enjuiciado el pensamiento cristiano medioeval por un escritor que le conoce y no le estima. Para él el teocentrismo es la impronta del pensamiento y de la cultura de la edad media. Debemos confesar que en esto convenimos plenamente con Barna Occhini. Ahora bien, observamos nosotros; si toda la cultura medioeval cristia na está centrada en Dios y jerarquizada con relación a E l, principio fontal de todo el universo, quizá nadie haya estructurado más orgánicamente su síntesis ideológica en función de tan soberano principio como el Seo. Doc tor. Y esto lo afirmamos tanto de su contextura general como de las deter minaciones particulares del sistema. Si de otros pensadores cristianos de la misma edad se puede decir que en ocasiones su doctrina parece confundirse con la ideología del Penpato, de la Estoa, etc... nunca se puede hacer esta afirmación de San Buenaventura. E l más simple argumento, la solución a una minúscula dificultad están siempre enfocados según su relación a un punto de vista indiscutiblemente teocéntrico ( 7 ). En defin itiva: como para San Buenaventura no hay realidad que pueda prescindir de la última causa, tampoco puede haber un momento en el que la especulación pueda desen tenderse de esta suprema realidad. Por eso concluimos que el teocentrismo de San Buenaventura ( 8 ), en oposición al antropocentrismo del renacimiento ( 7 ) V é a se lo q u e dice a este p ro p ó sito In II Scnt., d. 24 , ip. I, a. 2 , q. I in corp., t. 2 , 559 b : «D icendum , qu od etsi p raed ieta q u aestio p lu s c o n tln eat cu- rio sita tis q u am u tilita tis, p ro p te r h oc quod, s iv e u n a p a rs te n eatu r siv e altera, nullum praejudieium nec fidei nec moribus generatur: verum tam e n , q u ia S a n cti et a lii, a u i trac ta n t de p o ten tiis an im ae...» S e po d rá d iscu tir si e fe c tiv a m en te la cu estió n care ce o no de im p o rta n cia ; p ero lo qu e ap arece en claro es el e sp íritu q u e m o v ía la p lum a d el Seo. D octor y dón de éste po n ía el hito al com p o n er .sus tratad o s. (8) N ó tese qu e a l h a b la r d el «teocen trism o» de S a n B u e n a v e n tu ra lo con trap on em o s a l «hum anism o», esp ecia lm e n te al h um an ism o ren acen tista. D e ah í el q u e care zca de co n sisten cia la o b se rv a ció n de qu e el V e rb o E n ca ra n d o , C ris to, se a el tem a de m ás re lie v e e n la sín te sis sa p ie n c ia l del Seo. D octor. P o rq u e, au n con cedido q u e en la cu estió n de p rim a c ía e n tre la fontalis plenitudo d el P a d re y la m isió n d el V erb o E n ca rn a d o qui ttn e t m édium in ómnibus h a y a qu e con ced erla a C risto p o r se r C risto qu ien da la m á x im a c o n te x tu ra a l sistem a b o n av e n tu rian o . ello es u n a p ru eb a m ás de q u e el «teocen trism o» es la nota p ec u liar del sistem a de S an B u e n a v e n tu ra fre n te al h um an ism o d el re n ac im ie n to y tam b ién de o tros h um an ism o s. E llo , s in em b argo , no au to riza a h ab lar, com o lo h ace F . v a n S teen b ergh en , d el «extrem ism o » de S a n B u e n a v e n tu ra en oposición al «hum anism o» de San to T om ás, segú n h ace n o tar Z. A lsz e g h y en Gregorianum, 29 ( 1948 ), 14 .S.
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