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de intentarlo señalemos otra distinción obvia en el mismo concepto de na­ turaleza, tal como este concepto se realiza en Dios. La naturaleza, según la definición clásica, es principio de operación. Ahora bien, en Dios podemos distinguir dos clases de operaciones: unas que solamente importan actividad actualísima en sentido absoluto, como el entender y el amar, y otras que importan además donación o comunica­ ción. Esta comunicación, a su vez, es doble: comunicación ad intra, en las procesiones de la vida trinitaria, y comunicación ad extra, en la creación. Esto supuesto, es a todas luces manifiesto que no tiene el mismo sentido preguntar cómo la naturaleza divina es principio de las operaciones actua­ lísimas y absolutas de conocer y amar, y cómo esa misma naturaleza es principio de las comunicaciones divinas, tanto ad intra, como ad. extra. Con­ cretando, pues, el problema a la doctrina de San Buenaventura nos pregun­ tamos: ¿Concibe el Seo. Doctor la naturaleza divina constituida de idén­ tico modo cuando la consideramos principio de las operaciones absolutas que cuando la consideramos principio de donación o comunicación? Nos parece q'¿e esta pregunta responde indudablemente a la problemática que se siente en la teología de San Buenaventura. No es un sueño metafisico- teològico que nos hayamos vanamente forjado. Veamos cuál es en definiti­ va la respuesta del Seo. Doctor, y con ello habremos alcanzado hasta qué punto la metafísica del «Bien» tiene repercusión en su teología. Respecto de la primera parte de la cuestión propuesta, o sea, cómo la naturaleza divina es principio de las operaciones absolutas, no parece haya lugar en la doctrina de San Buenaventura para la distinción de Juan de San­ to Tomás entre constitutivo de la esencia y constitutivo de la naturaleza. San Buenaventura, en efecto, no admite diverso constitutivo para la esen­ cia y para la naturaleza en cuanto ésta es principio de operaciones absolu­ tas. Y la razón es que San Buenaventura siempre considera al ser en cuanto tal como la fuente de todas las perfecciones absolutas en Dios. En el plano de lo esencial y absoluto, San Buenaventura no conoce otra ley que la del ser, ni otras riquezas que las virtualidades formales que se derivan del ser. Luego, tanto el entender como el amar, en cuanto operaciones absolutas, se fundan en el ser y hacen patentes sus riquezas. En la teología de San Buenaventura se da, sin duda alguna, más lugar e importancia al entender y amar nocionales que al entender y amar ab­ solutos. Pero de su doctrina general y de su doctrina sobre los trascenden­ tales se deduce que es el ser el punto de referencia y la clave explicativa, tanto de los tres trascendentales unum, verum et bonum, como de sus cor­ relativos psicológicos entender y amar, que en Dios superan la mera cua­ lidad de actos psicológicos para encumbrarse hasta llegar a ser actos subs­ tanciales. Sobre la fundamentación de los trascendentales en el ser nos ha dejado 30 La metafisica del Bien en la Teologia de San Buenaventura

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