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En el tejido misterioso de los sistemas doctrinales hay siempre algunas ideas que tienen función de trama. Son ellas las que le dan contextura y unidad, y son, por consiguiente, las que ante todo es preciso tener presentes para interpretar rectamente el sistema. Quizá haya algunos sistemas filo- sófico-teológicos que admiten cierta disgregación de su contextura, y de aquí que con derecho cada cual pueda tomar impunemente su retazo. No sucede así con el del Seo. Doctor. Como ha notado certeramente su insigne intérprete E . G ilson, en éste, o se ve todo o no se ve nada. Su sistematiza­ ción es tal que la noción misma de fragmento carece de sentido ( 3 ). De aquí la importancia singular que adquiere en este sistema el destacar las ideas primordiales del mismo. Pues bien; es nuestro intento en este trabajo el hacer patente la función primordialísima que la idea de «Bien» tiene en la síntesis sapiencial de San Buenaventura. Esta idea invade no tan sólo el campo de la realidad creada, según aquella frase de San Agustín que San Buenaventura gusta tanto de repetir; Quia bonus est Deus, sumus ( 4 ), sino también el de la realidad increada, penetrando hasta la vida íntima de Dios en la expansión trinitaria. La idea de «Bien» es en los dos términos del binomio Dios-hom­ bre la trama creadora de la urdimbre del sistema. Dada, sin embargo, la amplitud de este tema, nos tenemos que lim itar en este artículo a estudiar la idea de «Bien» en sus relaciones con D ios, es decir, estudiar la metafísica del «Bien» y su influjo en la teología, según indica el misino título de nuestro trabajo. Nos mueve a ello la considera­ ción prelim inar que nos permitimos indicar brevemente. E l escritor italiano Barna Occhini, en un artículo en el que compara la edad media con el renacimiento ( 5 ), manifiesta, como tantos otros, un es­ píritu ciegamente vinculado a la falsa dirección que tomó gran parte del renacimiento como retorno, no sólo a la naturaleza, sino más bien al pa­ ganismo cultural de otras edades. La unidad sintética cultural del renaci­ miento cree poder sintetizarla en una sola palabra, humanitas. Esta huma- nitas, síntesis bien precaria por cierto ( 6 ), supera, según el citado autor, a la síntesis teocéntrica del mundo medioeval, en la que todos los valores cul­ turales, filosofía, ciencia, derecho, política, arte, etc... se polarizaron en dirección a un único punto de referencia ; Dios. 8 La metafisica del Bien en la Teologia de San Buenaventura ( 3 ) C f. La Philosphie de S. Bonaventure, 2 ed., P a ris , 1943 , p. 385 . ( 4 ) S . A g u s tín , De Doctrina cristiana, !ib . I, c. 32 , n. 35 ; P. L., X X X IV , c. 32 ; S . B u e n a v e rtu ra , In II Sent., d. I, p a rs II, dub. I ; t. V , 51 . ( 5 ) V é a se en La Rinascita, 5 ( 1942 ), 3 - 46 . (6) E l calificativo de «precaria» lo creem os b ien m erecid o, y a que el m ism o B a rn a O cchini reco n o ce qu e e l ren acim ien to no p ro d u jo n i p odía p ro d u ­ c ir u n a sín te sis d o c trin al com o p ro d u jo la edad m ed ia. D ado su e sp íritu in d i­ v id u a lista no p odía en ella g e rm in a r u n g e n io sin tético que d ie ra u n id ad a aq u ello s d isp ares elem en tos. So b re aq u él m are m ag n um de o p in ion es y de ten d en cias tan sólo flo tab a u n a idea g e n e ra !, la ad oració n del «yo», la «hu­ m an itas». V é a se lo qu e d ice esp ecialm en te en las pá<?s. 3<>-37.

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