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P. Feliciano de Ventosa 23 sintetizan profundamente la mente del Doctor Irrefragable: «Les proces sions divines ne sont donc pas simplement le jeu des facultés d’une nature intelligente et voulante. Leur source est plus profonde. Elles partent de la substance même sur laquelle, d’après notre mode de concevoir, s’appuient les facultés d’intelligence et de volonté. Cette source n’est autre que l’Etre- même de Dieu, en tant qu’il est Bon; et, par conséquent, dans la distri bution logique des realités divines, la Bonté descend avec l’Etre et l’ac compagne partout» ( 50 ). Es esta sustancialmente la posición que toma San Buenaventura en esta metafísica del «Bien» aplicada a la teología. En esta ocasión, como en mu chas otras, el discípulo sigue la directiva del Maestro, aclarándole y perfec cionándole, pero sustancialmente vinculado a la tesis recibida de sus ma yores hacia los que siempre sintió veneración de discípulo ( 51 ). Es esto lo que intentamos aclarar en la segunda parte de nuestro estudio. La historia nos ha despejado el horizonte y ahora nos toca iluminar el problema en el mismo Seo. Doctor al contacto de sus propios escritos. I I . — E l p r o b lem a d e ’ S a n B u e n a v e n t u r a . Con cuatro pregutas abrimos esta segunda parte de nuestro estudio que vendrán a ser los hitos donde atar los diversos cabos sueltos! de este difícil problema. ¿Cómo concibió San Buenaventura la esencia metafísica del Set- Increado? ¿En función de la idea de Ser o de la idea de «Bien» ? ¿Qué influjo tienen respectivamente tanto el Ser como el «Bien» en el dinamis mo íntimo de la vida divina? ¿Cuál, en especial, es su significación en la explicación teológica del misterio trinitario? Comencemos aclarando la primera de las cuestiones propuestas: el Ser y el «Bien» en relación al constitutivo metafísico de la esencia y de la na turaleza divinas. La historia de esta cuestión teológica nos manifiesta que los pensadores no convienen, no tan sólo en el modo de resolverla, lo que era de augurar dada su alteza e intrínseca dificultad, pero ni siquiera en el modo de plan tearla. Entre los modernos generalmente no se distingue entre constitutivo metafísico de la esencia y constitutivo metafísico de la naturaleza. Identi fican en este caso ambos conceptos, si bien la Metafísica, ya desde muy an tiguo, haya advertido diferencias formales entre naturaleza y esencia. Otros autores, por el contrario, han diferenciado netamente lo que conviene a Dios (30) Etudes de Théologie positive sur lu Sainte Trinité, t. I I, p. 447 y sq. Paris, 1892. (51) Cf. Praelocutio ad II Sent., t. II, 1-2: « E t quemadmodum in I libro sententiis adhaesi M agistri Sententiarum et comm unibus opiiïîonibus Magistro- rum . et potissime patris et magistri nostri bonae memoriae fra tris A le xa n d rie .»
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