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P. Feliciano de Ventosa 21 obra en cada uno y a cada uno conduce a su perfección y conserva y torna hacia sí toda realidad. Este deseo amoroso es en Dios per­ fecta Bondad de un ser bueno que se realiza a través del «Bien» mismo. Este amoroso deseo de hacer el bien en todos, preexiste de modo superabundante en el corazón del mismo «Bien» y no le ha permitido permanecer estéril y replegarse sobre sí mismo; antes por el contrario, le ha puesto en la precisión de obrar según la potencia superabundante de su fecundidad universal.» ( 43 ). Estos textos del Pseudo-Dionisio nos ponen ante los ojos la fuente don­ de bebieron los dos principios fundamentales sobre los que cimentaron su explicación trinitaria los escolásticos que siguieron la dirección de los Pa­ dres griegos. El primer principio lo enunciaron en la famosa fórmula ya citada: Bonum est diffusivum sui, que San Buenaventura recuerda en el ca­ pítulo V I del Itinerarium como base de su especulación sobre la vida tri­ nitaria. El segundo principio lo resume San Buenaventura cuando añade en el mismo lugar, a continuación del principio anterior: Summa autem diffttsio non potest esse nisi actualis et intrinseca... liberalis et necessa- ria » ( 44 ). El <(Bien» difusivo, el «Bien» que transmuta su tendencia a la di­ fusión en Amor liberal: he aquí la clave de la interpretación de la teología trinitaria en los escolásticos que adoptaron la corriente de la teología griega. Ahora, después de esta búsqueda ingrata a través de la selva enmara­ ñada de textos y a la luz que aportaron los cotejos de unos autores con otros, ya podemos apreciar el desarrollo panorámico de la metafísica del «Bien» en sus relaciones con la teología. Esta metafísica del «Bien» que en el Pseudo- Dionisio es la clave para explicar el origen de los seres y que en ningún modo es concebible haya utilizado para explicar la íntima na­ turaleza de Dios, siempre inaccesible para nosotros, da un paso más, y cier­ tamente muy atrevido, en los escolásticos al aplicar con nobleza de espíritu estos principios a la vida trinitaria y tratar de entrever a través de ellos algo del misterio de las procesiones divinas. Ya J. Fr.° Bonnefoy observa que los escolásticos menos tímidos que Dionisio utilizaron abiertamente sus intuiciones sobre la naturaleza «extá­ tica» del «Bien» para explicar las procesiones divinas ( 45 ). La razón última de este paso en la metafísica del ((Bien» nos parece encontrarla en que si por una parte esta metafísica estaba minada en el Pseudo-Dionisio por el pesimismo agnóstico de su Maestro Plotino, a los escolásticos, por el con­ trario, les estimulaba un optimismo racional cimentado directamente en (43) De Diivnis Nominibus, c. IV (éd. Solesmes). p. 198-20C. (44) Itinerarium c. IV . n. 2; t. V , p. 310 b. (45) La Saint-Esprit et scs dons scion Saint. Bonaventure. Paris, 1929, p. 15-16.

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