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más elevado y sublime, «Bueno», se lo podemos aplicar rectamente. Esta divina tiniebla, expresión clásica que nuestros místicos tomaron del Pseudo-Dionisio, sin quizá percatarse de su alcance agnóstico, es tan cerra­ da que nuestro cristiano neoplatónico no encuentra vía intelectual de ac­ ceso al trono de Dios. Para penetrar en esta divina tiniebla, el converso del neoplatonismo acude una vez más a su Maestro Plotino. Este había ense­ ñado que si por la vía intelectual era inaccesible el Uno, no así por la vía mística. En el «ex-tasis» místico, por la salida de sí misma puede el espíritu humano llegar a tomar contacto con la divinidad. Esta vía extática es la que sigue el Pseudo-Dionisio para llegar al misterio de Dios, inaccesible a otra teología que no sea la mística ( 32 ). Por todo esto creemos que el influjo directo del Pseudo-Dionisio no se hace sentir en las iluminaciones del Itinerarium hasta la última, cuando se­ gún frase del mismo Santo: Restat ut baec s-peculando transeat et transcen- dat...» ( 33 ). En este tránsito recordará expresamente al Pseudo-Dionisio para tomarle la oración y plegaria que permite el ingreso al misterio de Dios. No es que neguemos anteriores influjos del Pseudo-Dionisio en las especulaciones iluminadoras de San Buenaventura, por las que el alma va en busca de Dios. Indudablemente que en el capítulo VI, cuando San Buenaventura especula sobre la Trinidad aupado por la metafísica del «Bien», el influjo del Pseudo-Dionisio es indiscutible; pero este influjo es muy otro al que terminamos de indicar, referente a la divina tiniebla, e históricamente más complicado. Para mejor comprenderlo, continuamos exponiendo la doctrina sistemática del Pseudo-Dionisio en contacto inme­ diato con los textos. Lo segundo que debemos advertir en la teología del Pseudo-Dionisio es que tiene otro modo de superar su agnosticismo teológico además del «ex-tasis» místico que aprendió de su Maestro Plotino: son las Sagradas Escrituras. De ellas acepta los nombres que en ellas se dan a Dios, advir­ tiéndonos ya desde las primeras líneas de su famoso libro De Divinií N o ­ minibus, que es regla universal el evitar aplicar temerariamente alguna pa­ labra, menos aún, un pensamiento a la Deidad superesencial y secreta, ex- 18 La metafísica del Bien en la Teología de San Buenaventura (32) Este es el tema del incomparable tratadito De Mystica Theología, de repercusión sin igual en todos nuestros místicos, comenzando por el Seo. Doc­ tor. No podemos menos de citar algunos de los textos más expresivos que to­ mamos del p rim e r cap. y que traducimos directamente del original por dar más expresión a la frase: «T rin id a d super-esencial y más qus divina. T ú que presides la divina sabiduría cristiana, condúcenos no solamente más allá de toda luz. sino también más allá de todo conocimiento, hasta las más altas ci­ mas de las Escrituras m ísticas, allí donde los m isterios simples, absolutas e incorruptibles de la teología se revelan en la Tin ie b la más que lum inosa del Silencio... Porque saliendo de todas las cosas y de ti m ismo de modo irre ­ sistible te elevarás en u n puro Éxtasis hasta el rayo tenebroso de la divina Sobre-esencia, habiéndolo todo abandonado y quedando antes despojadó de todo.» (33) Itinerarium.... c. V I I , n. 1: t. V , 312 b.

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