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A. SÁNCHEZ CABACO - A. RISCO LÁZARO - E. SALVINO GOMES 704 NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 697-721, ISSN: 0470-3790 educación, se puede hacer consciente de la misión que la persona tiene en la vida y de la libertad y responsabilidad que se posee y de su adecuada realización. Si bien las personas estamos continua- mente en busca del sentido, éste se va perfilando en el continuo devenir de la vida y en el continuo sucederse de las situaciones prósperas o adversas que la acechan. En ocasiones, la relación con los demás es decisiva para concretar el propio sentido de la vida. Por otro lado, el silencio, la observación, la serenidad, son condicio- nes que ayudan a que la persona descubra en sí misma su propia verdad y vislumbre el sentido de la propia vida. Con el fin de operativizar la búsqueda del sentido, Frankl propone la realización de valores existenciales como medio para consumar el propio sentido de la vida (Freire, 2007). Define valo- res de creación (entrega a un trabajo o a una tarea noble), valores vivenciales (la acogida de los dones que la existencia le ofrece, en particular la dedicación a una persona en una relación de amor) y valores de actitud (la aceptación de las limitaciones inherentes al existir, en concreto la experiencia del sufrimiento humano). Con- sidera estos tres tipos de valores como los caminos generales para encontrar el sentido vital y añade que éste no depende ni del tipo ni de la cantidad de valores, sino de la capacidad de convertirlos en sentido, lo cual se producirá si la persona responde acertadamente a lo que la vida le demanda en cada instante (Freire, 2007). Cabe destacar aquí, por la novedad que supone, el hecho de que Frankl incluye el aspecto doloroso de la existencia como algo intrínseco a nuestra naturaleza humana y como oportunidad de desarrollo, aprendizaje y sentido. Frankl afirma que, precisamente, un sufrimiento inevitable constituye una posibilidad para actualizar al máximo el potencial humano, para convertir una tragedia personal en un triunfo mediante la actitud con la que se enfrente a tal sufri- miento y entiende que en ello reside la grandeza del ser humano y constituye la máxima expresión y manifestación del poder de su libertad. Él mismo afirma con rotundidad, avalado por su propia experiencia en los campos de concentración nazi, que “ los valores de actitud demuestran ser más excelentes que los valores creadores y vivenciales, en cuanto que el sentido del sufrimiento es superior,

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