NG200803002

SUCEDÁNEOS DIVINOS NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 629-693, ISSN: 0470-3790 637 En la intercesión por el rey: “Óigate, Yahvé, en el día del con- flicto, protéjate el nombre del Dios de Jacob. Envíete su auxilio desde su santuario, sosténgate desde Sión” (SI 20,2-3). “Contigo batiremos a nuestros enemigos; en tu nombre , pisotearemos a nuestros adver- sarios... Y nosotros nos gloriaremos siempre en Yahvé y eternamente cantaremos su nombre ” (Sal 44,6.9). El salmista pretende que el lector o el orante tomen conciencia de la importancia del nombre de Yahvé, situándolo como doxología final del libro segundo: “Sea bendito el nombre de Yahvé, Dios de Israel, el único que hace maravillas. Y bendito sea por siempre su glorioso nombre, y llénese de su gloria toda la tierra. Amén, amén” (Sal 72,19). No dejemos pasar por alto en el mismo contexto la pre- sencia, intencionada sin duda, del nombre y de la gloria . Tanto uno como la otra son manifestaciones majestuosas del Dios presente en la palabra y en la teofanía. El brillo de la luz de Dios debe resplandecer sobre todo el mundo (Is 6,3; Nm 14,21). El nombre de Yahvé , unido a la teofanía de la revelación, garantizaba al orante la certeza de la proximidad de Dios y de su salvación. Y en ese descubrimiento veía el orante el fundamento para alabar el nombre de Yahvé: “Recúbreles el rostro de ignominia, hasta hacerles implorar, Yahvé, tu nombre” (Sal 83,17). Buscar el nombre de Yahvé significa convertirse a él . “Enséñame tus sendas, que ande yo en tu verdad, concentra mi atención en la reverencia de tu nombre. Yo quiero darte gracias, Señor mi Dios, con todo el corazón, glorificar tu nombre por siempre” (Sal 86,11-12). De nuevo es utilizado el paralelismo de Señor, Dios y Nombre . “Bueno es dar gracias al Señor y salmodiar, Altísimo, a tu nombre” (Sal 92: “Sal- modiar” es uno de los muchos términos hímnicos que tienen su origen en el culto (Sal 7,18; 9,3; 66,2). El sem del Altísimo es Yahvé, y con ello se hace referencia a la identificación que hace de sí mismo el “deus praesens” en el lugar del culto. “Sí, los justos darán gracias a tu nombre, los rectos morarán en tu presencia” (Sal 140,14): Dios acepta la alabanza únicamente de los justos; ver Sal 142,8), que permanecerán en su presencia, en el lugar donde ha hecho habitar su santo nombre, en contraposición y a pesar de las insidias de los fanfarrones violentos.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz