NG200803002
SUCEDÁNEOS DIVINOS NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 629-693, ISSN: 0470-3790 691 de la tierra de Egipto” (1R 12,28). No les dice: “Ahí tienes a tu Dios, el que te ha dado esta tierra en la que vives” 39 . No obstante, aun admitiendo que los becerros de oro simboli- zasen a Yahvé, la inclinación de un pueblo teológicamente subde- sarrollado, que por este mismo hecho tendía a identificar el símbolo con lo simbolizado, hacía incomprensible la idea de la trascendencia absoluta y de la ausencia total de formas representativas de Dios. Los textos bíblicos en cuestión tienen como telón de fondo la lucha contra el antropomorfismo y la insistencia en la fe en la tras- cendencia de Dios. Y fue este carácter transmundano y su prior de Yahvé lo que prohibía cualquier imagen. Y esta es la tercera razón de la prohibición 40 . Los esfuerzos de los profetas y sacerdotes nunca consiguieron una victoria completa de la adoración yahvista sin imágenes. Ahí están como prueba la presencia de las masebás –¿divinidades mas- culinas representadas en una piedra izada?– y de las aserá –réplica de las masebá en madera– y ¿símbolo de la divinidad femenina? En el cristianismo primitivo la veneración de las imágenes ya no se plantea siquiera. Es cuestión de los paganos: “Y alardeando de sabios, se hicieron necios, y trocaron la gloria del Dios incorrupti- ble por la semejanza de la imagen del hombre corruptible, y de aves, cuadrúpedos y reptiles... pues trocaron la versad de Dios por la men- tira y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, que es bendito por los siglos, Amén” (Rm 1,23.24.25). “Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad es semejante al oro o a la plata o a la piedra, obra del arte y del pensamiento humano” (Hch 17,29). Por otra parte, no faltaron las advertencias a no caer en ellas: “Pues ellos mismos refieren la acogida que nos hicisteis y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verda- dero” (1Ts 1,9). “Ni idolatréis como algunos de ellos, según está 39 B. GEMSER, Bilder und Bildervereherung im AT und NT , en RGG, I, col. 1271. 40 H. A. MERTENS, O.c., 677.
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