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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS 634 NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 629-693, ISSN: 0470-3790 corceles, pero nosotros invocamos el nombre de nuestro Dios. Ellos tropezaron y cayeron, pero nosotros nos levantamos y nos mantuvi- mos en pie. ¡Yahvé, ayuda al rey!” (Sal 20,8-10). El sem de Yahvé se halla presente en el santuario de Sión. La intercesión expresa el deseo de que la ayuda de Yahvé, su poder protector, que está presente en el sem , sea enviado desde el lugar santo como una figura salvadora y preste su asistencia al rey (Sal 18,7). En una ocasión Yahvé mismo entró en la batalla, con el arca santa (1S 4,3ss; Sal 44,10 ); pero ahora debe tomar parte en la batalla desde el lugar donde se encuentra el arca, desde el lugar en el que habita el sem . En un canto al Dios de las victorias el salmista expresa sus sen- timiento diciendo: “Por eso he de alabarte en medio de los pueblos y cantar, oh Yahvé, a tu nombre ” (Sal18,50). La ley del paralelismo destaca como sinónimos la alabanza a Yahvé y el cantar a tu nom- bre (Sal 18,50). El nombre de Yahvé no indica ninguna realidad o magnitud frente a Yahvé, sino a él mismo, en cuanto se manifiesta en su ser poderoso y ayudador en la naturaleza y en la historia 7 . En la misma mentalidad nos sitúa el Sal 76,2: “Glorioso es Dios en Judá, grande es su nombre en Israel”. No hay distinción entre Dios y su nombre. La costumbre atestiguada en el culto festivo de la alianza de con- fesar el nombre de Yahvé, de celebrar, alabar o reconocer el nombre de Yahvé , se ha convertido en una ley para Israel: “Adonde suben las tribus, las tribus de Yahvé, según el rito (la ley) de Israel, para celebrar el nombre del Señor” (Sal 122,4). “Y nosotros nos gloriamos siempre en Yahvé y eternamente cantaremos su nombre” (Sal 44,9; podríamos citar también 9,11; 46,11. Y el 18,50 , que ya ha sido tenido en cuenta) 8 . En los himnos , el nombre de Yahvé resulta sorprendente por la frecuencia de su utilización. En el Sal 121 el nombre de Yahvé es repetido cinco veces en tan sólo ocho versículos. Esto tiene su explicación en las dos razones siguientes: en primer lugar, debe 7 Sal 44,9; 52,11; 54,8; 68,5; 74,21; 89,17; 92,2; 97,12; 99,3; 103,2; 105,1; 113,2; 149,3; 9,11; 46,11; 67, 3; 100,3; 145,12. 8 H. J. KRAUS, O.c., 786.

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