NG200803002
FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS 680 NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 629-693, ISSN: 0470-3790 pal, esencia, núcleo y principio de la sabiduría ( Pr 1,7; 9,10); sin embargo, encontramos un nuevo esfuerzo por establecer lo peculiar de Israel: Dios ha derramado su sabiduría sobre todas sus obras; toda carne la posee porque él se la ha dado. Sigue, sin embargo, el primer concepto (la comprensión de la vida) ( Si 1,2-3: “Las arenas del mar, las gotas de la lluvia y los días del pasado, ¿quién podrá contarlos? La altura de los cielos, la anchura de la tierra, la profundidad del abismo, la sabiduría , ¿quién podrá medirlos?” Pero Dios la concede a quienes le temen y se la comunica ya en el seno materno : “La derramó sobre todas sus obras y sobre toda carne, según la medida de su liberalidad y la otorgó a los que le aman... El temor del Señor es honra y gloria y corona de exaltación. El principio de la sabiduría es temer a Dios, y se la comunica a los fieles ya en el seno materno” (Si 1,10.15). Israel tiene un privilegio: La revelación de Dios a Israel. Pues el creador de todas las cosas dijo a la sabiduría, entre otras muchas cosas: “Habita en Jacob y establece tu tienda en Israel” (Si 24, 13; las demás cosas a las que nos hemos referido las relata Si en 24, 1-12). Especialmente se encarnó en la ley de Moisés y desde ella dejó brillar su enseñanza: “Como vid eché hermosos sarmientos, y mis flores dieron sabrosos y ricos frutos. Yo soy la madre del amor, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza. Venid a mi cuantos me deseáis, y saciaos de mis frutos. Porque recordarme es más dulce que la miel, y poseerme, más rico que el panal de miel. Los que me coman quedarán con hambre de mí, y los que me beban quedarán de mí sedientos. El que me escucha jamás será confundido, y los que me sirven no pecarán” (Si 24, 8-12). Aquí nos encontramos, por tanto, ante la sabiduría en sentido estricto, sinónima de la Ley, tal como la entendían los judíos. Esta orientación de la sabiduría hacia la Ley la encontramos también en varias composiciones didácticas del Salterio (Sal 111; 119, 97ss: “¡Cuánto amo tu ley! Es mi asidua meditación. Tu ley me hace más sabio que mis enemigos, porque de cierto es mía eterna- mente. Me hace más prudente que cuantos me enseñan, si son tus mandamientos mi meditación . Soy más entendido que los ancianos, si guardo tus preceptos. Retraje mi pie de todo mal camino, para
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