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SUCEDÁNEOS DIVINOS NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 629-693, ISSN: 0470-3790 677 sabiduría en otros pueblos. De este modo se superó el rechazo a lo de fuera y se evitaron las consecuencias de la estrechez nacionalista y de la petrificación. En la posesión común de la sabiduría se sentía la unidad con muchos no israelitas. Este aspecto se vio influido por la suerte política de Israel, cuando no aplastado. Se destaca exageradamente la sabiduría israe- lita, como en Pr 25,1: “los varones de Exequias” coleccionaron las máximas de Salomón... Tres hechos la hacen florecer de nuevo: a) La conversión de la nación en comunidad (tiempo de los persas); b) la presencia de muchos israelitas en puestos gubernamen- tales; c) la influencia del helenismo. Comenzó un aprendizaje de modelos extranjeros. Esta vez con una selección consciente de lo correspondiente a su propio ser. En la larga historia trágica de su propia sabiduría se había ensoberbecido y no había querido renunciar a ella. Los brotes de esta nueva sabiduría nos los ofrece como testigo excepcional Pr 1-9 ; el libro de Job; el Predicador; Baruc; Sabiduría de Salomón 31 . 2. L A S ABIDURÍA COMO PRINCIPIO DEL ORDEN CÓSMICO E HIPÓSTASIS La sabiduría amplía su jurisdicción. Gracias a ella el cosmos adquiere una finalidad y un orden. Mencionemos el himno de la Sabiduría de Job: “El infierno y la muerte dicen: Sólo de ella sabemos por su fama... Cuando dio su peso al viento y dispuso las aguas con medida, cuando dio la ley a la lluvia y camino al rayo; entonces la vio y la midió, la fundó y la conoció a fondo; y dijo al hombre: El temor de Dios, ésa es la sabiduría; apartarse del mal, ésa es la inteli- gencia” (Jb 28, 23. 25-28). 31 Ib., 42.
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