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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS 664 NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 629-693, ISSN: 0470-3790 espíritu, añadiendo pecados a pecados” (Is 30,1). La conducta con- traria a los intereses del pueblo es sinónima a la oposición al espí- ritu de Yahvé. Luego éste es el espíritu de la verdad, de la claridad y de la justicia, en las que se manifiesta el Dios santo. Se acentúa la eficacia del ruai frente al basar , que significa “carne” y hace refe- rencia a las posibilidades humanas: “El egipcio es un hombre, no es un dios, y sus caballos son carne, no son espíritu. Y en tendiendo Yahvé su mano caerá el protector y caerá el protegido, ambos junta- mente perecerán”. (Is 31,3). Además, la Majestad implica la conducta moral. Lo mismo en la promesa dirigida al “resto”: “En aquel día, Yahvé Sebaot será corona de gloria y diadema de hermosura para las reliquias de su pueblo. Espíritu de justicia para el que se sienta en el trono de la justicia, y de valentía para el que haya de rechazar el asalto de las murallas” (Is 28, 5-6). Además de la justicia es mencionada la gloria. Es la con- centración del concepto de Dios particularmente expresado en los textos siguientes: “¿A quién, pues, compararéis vuestro Dios, qué imagen haréis que se le asemeje? El ídolo es fundido por el fundidor, el orfebre le reviste de oro y le adorna con cadenillas de plata” (15 40, 13-14) “¿Dónde podría alejarme de tu espíritu? ¿Adónde huir de tu presencia” (Sal 139, 7). Ha cambiado el concepto de la intervención del espíritu; en lugar de sus manifestaciones extraordinarias, aparece como fruto del espíritu el cumplimiento de la voluntad de Dios en una inclinación religiosa y en una obediencia moral: “Vienen días, palabra de Yahvé, en que yo sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombres y de simiente de animales; y lo mismo que velé sobre ellos para arrancar y destruir, para arruinar, devastar y desolar, así tam- bién velaré sobre ellos para edificar y plantar, palabra de Yahvé. En esos días no se dirá ya más: Nuestros padres comieron agraces y los hijos sufrimos la dentera. Sino que cada uno morirá por su propia iniquidad; quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera” (Jr 31,27- 30), aunque no mencione el espíritu, dice lo mismo que 32,15ss: 11,9 ó Ez 36, 26ss. El rey mesiánico es el portador del espíritu (Is 11,2: ya lo hemos copiado más arriba).

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