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SUCEDÁNEOS DIVINOS NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 629-693, ISSN: 0470-3790 663 espíritu de fornicación le ha descarriado, y fornicaron alejándose de su Dios” (Os 4,12). “No dirigen sus obras a la conversión hacia su Dios; se ha adueñado de ellos el espíritu de fornicación, desco- nocen a Yahvé” (Os 5,4). “Porque derrama Yahvé sobre vosotros un espíritu de letargo, y cierran vuestros ojos los profetas y velan vuestras cabezas los videntes” (Is 29,10). “Yahvé ha derramado sobre ellos un espíritu de vértigo, y descarrían al Egipto en cuanto hace, como desatina el borracho en su borrachera” (Is 19, 14). “... y se apoderase del marido el espíritu de los celos y tuviese celos de ella, háyase ella manchado en realidad o no se haya manchado ... “ (Nm 5,14) como portador de enfermedad y personificado como demonio . La distinción de este espíritu malo del existente en el paganismo es que, en la visión del AT, el poder del espíritu malo está sometido a Yahvé. Más difícil de comprender es que el espíritu profético puede manifestarse como espíritu de la mentira: (1R 22,21ss: texto que hemos copiado ya más arriba). Es la expresión de la falsa profecía revestida con el nombre del espíritu santo y que se simula con el fingimiento o ficción camuflada de que Dios envía su espíritu para la perdición. Puede referirse a que el poder de Dios actúa en el impío como veneno o vértigo o, como dice el SaI 18,27 , que Dios actúa limpiamente con el limpio y sagazmente con el sagaz. Con ello no se dice que los 400 profetas de Ajab fuesen siempre profetas de mentiras (en ellos actuaba el espíritu y desaparecía). ¿Actuaba para perder, porque Dios influía en ellos para engañar ( o pertur- bar) a Ajab y quería eliminarlo? Parece claro que pretende afirmarse que el profeta verdadero es aquel que se halla directamente dentro de la comunidad de Yahvé. 3. E L ESPÍRITU DE D IOS COMO FUERZA DE PLENITUD EN EL NUEVO EÓN El espíritu de Dios se acerca, por así decirlo, más a Dios que el poder del ser divino; no es sólo la fuerza que procede de él. Isaías es quien mejor lo expresa: “¡Ay de los hijos rebeldes, dice Yahvé, que proyectan sin tenerme en cuenta a mí, que hacen pactos contra mi

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