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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS 662 NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 629-693, ISSN: 0470-3790 24; 4,1 ss: el milagro realizado por Eliseo a favor de la mujer de las de los hijos de los profetas”; 4,1ss: el milagro realizado por el mismo profeta convirtiendo en comestible y abundante el contenido de una olla; 5,8ss: la curación del leproso Naamán)... Esto, sin embargo, no llevó a considerar a los profetas entre los magos o taumaturgos. Este aspecto fue evitado por la palabra de Dios, que se hacía clara en aquellos que eran movidos por el espíritu. La acción de los portadores del Espíritu no los trasladaba al mundo de lo divino. El Espíritu viene sobre ellos y se va, una vez cumplida su misión. Es cierto que comienzan a ser utilizadas frases que suponen la presencia permanente del Espíritu, como en el caso de Moisés y Elías: “Yo descenderé y contigo hablaré allí y tomaré del espíritu que hay en ti y lo pondré sobre ellos para que te ayuden a llevar la carga del pueblo y no la lleves tú solo”. “Corrió un mozo a avisar a Moisés, diciendo: “Eldad y Medad están profetizando en el campamento” (Nm 11,17.25). “Cuando hubieron pasado, dijo Elías a Eliseo: “Pídeme lo que quieres que haga por ti”. Y Eliseo le dijo: “Que tenga yo dos partes de tu espíritu”. “Los hijos de los profetas que había en Jericó, frente por frente, habiéndole visto, dijeron:”El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo” (2R 2,9. 15). Pero cuando esto ocurre, se refiere a hombres cuya singularidad ya ha sido anunciada y es bien conocida (Nm 12, 6ss; 2R 2,11). También se afirma que el espíritu no se puede heredar ni comunicar (Nm 11, 14ss). El miedo y santo temor que, a veces, el espíritu de Dios infunde a Israel, nos sorprende a primera vista porque se habla del poder del espíritu del mal. Entonces el ruai es calificado como malo : “El espíritu de Yahvé se retiró de Saúl, y le turbaba un mal espíritu mandado por Yahvé. Y dijeron a Saúl sus servidores: “Te ves tur- bado por un mal espíritu de Dios ... “ (1S 16,14-15). “Al otro día se apoderó de Saúl el mal espíritu, y desvariaba en su casa. David tocaba el arpa, como otras veces. Tenía Saúl en la mano su lanza... “ (1S 18,10). “Un espíritu malo de Yahvé se apoderó de Saúl, y estando éste sentado en su casa con la lanza en la mano, mientras tocaba David el arpa... “ (1S 19,9), u otros calificativos peyorati- vos : “Mi pueblo pregunta al leño, y el leño le responde, porque el

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