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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS 660 NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 629-693, ISSN: 0470-3790 2. E L E SPÍRITU DE D IOS COMO MOTOR DE LA HISTORIA SALVÍFICA El significado del espíritu de Dios en el AT nos lo ofrece la experiencia histórica. La presencia del espíritu de Dios la descubrió al pueblo gracias a los portadores e instrumentos del mismo; ellos les introducían en la vida divina. La descubrieron en la liberación de los enemigos que les esclavizaban, en los profetas o grupos de pro- fetas que les acercaban el espíritu de Dios, en las acciones milagro- sas de curación de enfermos, del alimento a los hambrientos, de la resurrección de los muertos (2R 5,1; 1R17,24ss; 2R 4,1ss.38ss.42ss). Estas referencias pudieron ser consideradas como devaluaciones del espíritu de Dios. Debemos, por tanto, quedarnos con lo esencial: en las acciones políticas extraordinarias y en las intervenciones pro- féticas el ruaj no es otra cosa que la causalidad suprasensible de lo maravilloso. A veces, intervienen de forma tan violenta que es impro- pio de él; el espíritu impone la ley de su fuerza: “Parió la mujer un hijo y le puso por nombre Sansón. Creció el niño, y Yahvé le bendijo, y comenzó a mostrarse en él el Espíritu de Yahvé en el campo de Dan, entre Sora y Estaol (Jc 13,24-25) ; se apoderó violentamente de alguien, lo “reviste”: “el espíritu de Yahvé “revistió” a Gedeón, que tocó la trompeta, y los abiezeritas le siguieron” (Jc 6,34), “el espíritu de Yahvé se apoderará de ti, y profetizarás con ellos y te transfor- marás en otro hombre”; “En cuanto lo oyó, le arrebató el espíritu de Yahvé y se encendió en cólera”(1 S 10,6;11,6). A veces, aparece con rasgos personales y llega a perjudicar a los representantes de Yahvé, como si de un demonio se tratara: “Pero vino un espíritu a presentarse ante Yahvé y dijo: Yo, yo le indu- ciré. ¿Cómo?, preguntó Yahvé. Y él respondió: Yo iré, y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas; Yahvé le dijo: Sí, tú le inducirás y saldrás con ello. Ve, pues, y haz así” (1R 22,21-22). “Hay entre vosotros cincuenta hombres fuertes que, si quieres, irán en busca de tu señor; quizá el espíritu de Yahvé le ha llevado y le ha echado contra algún monte o valle” (2R 2,16). La intervención del ruaj en el terreno político cesa cuando comienza la monarquía. Al establecerse ésta como institución des- apareció el espíritu carismático del gobierno, pero no de forma defi-
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