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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS 654 NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 629-693, ISSN: 0470-3790 fue profunda ni durable. Por eso debe afirmarse que cuando se habla de la visión de Dios se trata de una verdadera excepción (Nm 12, 6- 9). Pero, aun en el caso de Moisés, se siente la necesidad de matizarla legendarizándola mediante la precisión de que únicamente vio a Dios de espaldas, es decir, que tuvo una visión indirecta e impropia (Ex 33,20). La visión de Dios es considerada como un acontecimiento escatológico que tendrá lugar cuando descienda a Sión y purifique a los hombres de “labios impuros” (Is 60, 1-4; Jb 19,26-27: le verán sus ojos “al fin” ; ¿de qué fin habla Job? 23 . Además de la visión antropomorfa de la cara de Dios, esta expresión tiene un sentido cultual. Ver la cara de Dios significa visitar el lugar donde se le rinde culto. Ya hemos dicho que, al no haber ninguna imagen de Yahvé en el templo, esta expresión puede haber sido importada de las religiones del entorno en cuyos templos sí había imágenes de dios, que eran veneradas o adoradas por sus fieles. Esta forma de hablar se introdujo en Israel, además, porque en la vida profana la concesión de audiencia por parte de un personaje importante se denominaba “la visión del personaje en cuestión”. (Gn 32,21: “ver la cara de Esaú”; Gn 13,3.5: “ver el rostro de José...”). Es una expresión procedente del lenguaje frecuente en Babilo- nia 24 . Este punto de vista suaviza el sentido de la frase trasladándola al significado de un encuentro. La finalidad del mismo sería demos- trar la sumisión como preparación para solicitar ayuda. Esta matiza- ción haría más aceptable y comprensible la frase al ser trasladada al terreno religioso. De esta forma se une con el aspecto cultual el per- sonaje de la presencia graciosa y de la ayuda de Dios. Y así la visión de Yahvé se convierte en sinónima de la experiencia de su ayuda. La vida es vista en su presencia, independientemente del lugar del culto. Esto justifica que el salmista ore con estas palabras: “Vea yo en justicia tu faz, y sáciame, al despertarme, de tu gloria” (Sal 17, 13). “Porque justo es Yahvé y ama lo justo, y los rectos verán su benigna 23 E. LOHSE, O.c., en TWzNT , VI, 776-778. 24 R. J. SCHREIT, Mana , en Diccionario de las Religiones , Director P. POUPARD, Barcelona 1987, 1086-1087.

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