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SUCEDÁNEOS DIVINOS NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 629-693, ISSN: 0470-3790 649 conocimiento de Cristo como Señor, como el revelador de la gloria, únicamente es posible gracias a la acción del Espíritu (1Co 12,3). d) La visión o la contemplación de la gloria tiene un poder transformante . Como ya hemos dicho, la transformación es produ- cida por la acción del Señor del Espíritu (2Co 3,17) . Puede hablarse indistintamente del Señor del Espíritu o del Espíritu del Señor. Pablo los identifica. El poder transformante para la visión o la contempla- ción de la gloria puede ser atribuido indistintamente a Cristo o al Espíritu. e) La matización de la gloria en gloria alude a un proceso vivo e incesante cuyo origen está en la misma gloria- doxa y cuya finalidad consiste en introducimos más y más en dicha gloria. La participación inicial en el gloria, que es Dios mismo manifestado, nos lleva a una participación más intensa 19 . III. EL ROSTRO (= PANIM ) DE YAHVÉ Estamos ante otra expresión del Dios antropomorfo. La cara, la faz o el rostro de Yahvé es otro de sus sucedáneos. Esto nos obliga a situarnos en el momento en que fue utilizado. Sólo así podremos llegar a la convicción de estar ante un sucedáneo de Yahvé. Ade- lantemos, en cualquier caso, su punto de partida y su finalidad: ésta pretende ofrecernos una visualización de Dios que supone la invisi- bilidad de lo que hemos considerado como punto de partida. Hemos iniciado esta reflexión con la afirmación de estar ante otra imagen del Dios antropomorfo. Y esto, en el mundo bíblico, resulta tan sorprendente como con cualquiera de otros sucedáneos. En el mundo pagano, ver el rostro, el panim , era una expresión fre- cuente y comprensible teniendo en cuenta que los adoradores de Dios contemplaban la figura o la estatua de los dioses. Veían de este modo su panim . Por eso podían hablar del lugar donde “veían el ros- tro de Dios, donde le buscaban, donde encontraban protección”. 19 E. LOHSE, Prósopon , en TWzNT, VI, 771, nota, 10.