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SUCEDÁNEOS DIVINOS NAT. GRACIA LV 3/septiembre-diciembre, 2008, 629-693, ISSN: 0470-3790 639 Como síntesis final, el nombre de Yahvé corre el riesgo de su materialización o limitación a un lugar; este peligro se halla superado por la profunda diferencia entre su acción reveladora en un deter- minado espacio y la plenitud sobrenatural de la divinidad. Frente a la concepción dinámica expresada en el Nombre, aparece la estática cuyo interés apunta a la duración permanente de la presencia divina. De este modo, se halla garantizado el interés vital de la religión sacer- dotal, la presencia real de Dios en el santuario. Al mismo tiempo, se descarta la concepción mágico-mítica de su inmanencia. A través de la comunicación con su nombre como un tú personal, el Dios cog- noscible sale al encuentro del orante y del sacrificante. En ninguna religión pagana, donde el nombre de Dios tenga una importancia grande en el culto, puede constatarse un semejante intento de mante- ner la trascendencia de Dios. II. LA GLORIA (KABOD) DE YAHVÉ De modo similar al malak (mensajero o ángel), utilizado como sucedáneo de Dios, siendo, a veces, sinónimo suyo y estando, en otras ocasiones a su servicio para hacer visible su presencia y acción en el mundo, cumple la misma misión la kabod (doxa, gloria). La kabod entraña un paralelismo muy próximo al vocablo que acaba- mos de analizar, sem o nombre. Lo aclara la expresión siguiente : “Tributad a Yahvé la Gloria de su nombre. postraos ante Yahvé en su “santa aparición” (Sal 29,2). El salmo trata del nombre (= sem , en hebreo), del nombre de Yahvé, de la Gloria de su nombre. Si la “gloria” es Dios mismo en cuanto se manifiesta, y de manera visible o sensible, al menos de alguna manera, la gloria de su nombre le llegaba al hombre bíblico por medio de esta clase de himnos y expre- siones. Vivía en un entorno cultural donde esta forma de captación de la divinidad era corriente. Así nos lo ha demostrado la literatura de Ugarit. En nuestro salmo subyace muy probablemente un himno feni-