NG200802004
MONTSERRAT BARTOLOMÉ LUISES 526 NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 519-542, ISSN: 0470-3790 cognoscitivo 14 . El entendimiento establece la apreciación de la multi- plicidad entitativa por la unidad del concepto. Todo descubrimiento intelectual es la realización del concepto en una materia sensible, y el tiempo es sólo un medio para ordenar y validar la pluralidad. La energía creativa del alma racional se revela en su expansión tempo- ral y en la elaboración de diferencias conceptuales, que el enten- dimiento concilia con armonía por su capacidad de transcender el propio tiempo. El deleite en la máxima unidad implica liberarse de lo múltiple y contraer la divinidad para hacerse divino 15 . Por el alma individual se determinan los hechos de los entes singulares, y la identidad substancial del principio espiritual se con- firma por la eliminación de una escala jerárquica ascendente de gra- dos de perfección, que debe dirigirse de la brutalidad a la divinidad, pasando por lo humano y lo demoníaco. Para Bruno 16 , la sabiduría no sólo es propia de los hombres sino también de los animales, demonios y dioses. En la inteligencia celeste prevalece lo intelectual sobre lo animal, en la inteligencia humana lo animal está por encima de lo intelectual y en la inteligencia de demonios y héroes lo animal e intelectual se hallan en armonía. El hombre es semejante a Dios, al que se vincula en virtud de que la infinita vicisitud se comunica con la innumerable diversidad de los seres 17 . Movimiento y reflexión son propios del alma, cuya comprensión de la realidad es finita, puesto que conoce el universo y sus causas por una naturaleza y especie concretas y sólo avanza por participación hacia lo absoluto. Pero el alma debe dirigirse a lo divino no por un movimiento físico y finito, que va de lo relativo a lo absoluto, sino por un movimiento metafí- sico e infinito, que circunda la jerarquía de la perfección y accede al centro infinito, sin cristalizar y sin constitución alguna. A pesar de la finitud del acto intelectual, el hombre aspira al conocimiento de lo absoluto porque su posibilidad cognoscitivo-afectiva es infinita. Para 14 Cf. G. BRUNO, De gli eroici furori , O.c. , 1048-1050. 15 Cf. G. BRUNO, O. c. , 1108. 16 G. BRUNO, O. c. , 1023. 17 Cf. G. BRUNO, Cabala del cavallo Pegaseo , O.c. , 883.
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