NG200802004

LA SABIDURÍA UMBRÁTIL EN GIORDANO BRUNO NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 519-542, ISSN: 0470-3790 533 de todo lo iluminado, lo umbrátil y lo oscuro, y de la armonía vital entre luz y tinieblas. El consumir temporal de los cuerpos conlleva la opacidad de su esplendor momentáneo. Luz y tinieblas se intercambian entre sí para constituir el ser y la esencia de las realidades cósmicas. La luz del universo se despliega en una multiplicidad umbrátil, que se manifiesta en el juego de distancias, magnitudes y disposiciones vitales de los astros. La legitimación originaria de todo ser luminoso y umbrátil es la luz primigenia, invisible y absoluta que “ com- prehende ” 40 las tinieblas. La conciliación vital de luces y sombras procede del alma del universo, que armoniza la integración de lo lúcido y lo opaco en la unidad espacial infinita. La unidad luminosa por excelencia (Dios) se expande en la unidad de luz-tinieblas (el universo) por la energía del alma cósmica, de suerte que los infinitos modos de ser participan de la iluminación y oscuridad de acuerdo con su posición y grado ontológico en el universo 41 . Todo lo condicionado es posible y actual, es material y formal, es brillante y opaco, por su participación del acto, la forma y la luz puros. El origen de la luz es la belleza y la bondad, lo más absoluto y universal, que alcanza lo más ínfimo y particular, de suerte que la tríada luz-bien-belleza se halla en el universo 42 . Por el vínculo, las cosas aspiran a la bondad y belleza, pero no por su maldad o fealdad, sino porque carecen del carácter absoluto de lo bueno y lo bello. El origen del vínculo estético es la simpatía de elementos contrarios, puesto que la belleza es móvil y relativa, atractiva y hos- til en idéntica proporción recíproca 43 . Por la comprensión negativa 40 Cf. G. BRUNO, De immenso et innumerabilibus , O.c. , liber IV, 80. 41 Cf. G. BRUNO, De gli eroici furori , O.c. , 1050-1051. 42 Cf. G. BRUNO, De monade, numero et figura , O.c. , 426. También Bruno ( Lampas triginta statuarum , O.c. , 111) sostiene, desde el punto de vista de la bondad natural, la existencia de un cielo intencional (cuyo simulacro está en nuestra mente por abstracción), un cielo físico o natural (en las cosas sensibles) y un cielo metafísico (divino o arquetípico); al primero corresponde una bondad aparente, al segundo real y al tercero absoluta. 43 Cf. G. BRUNO, De vinculis in genere , en Jordani BRUNI NOLANI, Opera latine conscripta , O.c. , III, 659.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz