NG200802002
ASUNCIÓN ESCRIBANO HERNÁNDEZ 470 NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 429-474, ISSN: 0470-3790 y el arte soez y violento que riega buena parte de la estética actual. Es tal el desgaste trasformador y la manipulación sufrida, desde esta perspectiva, por el elemento retórico, que bien podrían aplicársele, simbólicamente, los siguientes versos: “Ya no se acuerda de cuando fue cascada la luz eléctrica” 91 . Por otro lado, y en segundo lugar, la banalización del proceso comunicativo se produce al instaurar y generalizar una total falta de respeto ante los sentimientos del público a la hora de mostrar cualquier acontecimiento (real o no) no ya como mera información sino como puro entretenimiento. Para el comunicador cristiano en la estela del Humanismo no existe mayor mentira, en este sentido, que la telerrealidad, en cualquiera de sus versiones, pues, según Bauman: “Todas ellas nos cuentan la misma historia: que, salvo unos cuantos ganadores solitarios, nadie es realmente indispensable; que un ser humano les sirve a otros seres humanos únicamente en la medida en que pueda ser explotado en provecho de éstos; que el cubo de la basura, destino final de los excluidos, es la expectativa natural para aquellos que ya no encajan o que ya no desean ser explotados de semejante forma; que supervivencia es el nombre del juego de la convi- vencia humana y que la apuesta máxima de la supervivencia consiste en sobrevivir a los demás” 92 . Pero no sólo eso, sino que, como ha señalado este sociólogo: “El Gran Hermano de los reality shows televisivos se preocupa exclusivamente de dejar fuera –y, una vez fuera, fuera para siem- pre– a los hombres y las mujeres sobrantes: los no aptos o menos aptos, los menos inteligentes o los menos entusiastas, los menos dotados y los menos ingeniosos. 91 J. M.ª GONZÁLEZ DE MENDOZA, Destellos en la oscuridad. (El libro de la luz) (Sevilla 2007) 54. 92 Z. BAUMAN, Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias (Barce- lona 2005) 168-169.
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