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ASUNCIÓN ESCRIBANO HERNÁNDEZ 468 NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 429-474, ISSN: 0470-3790 por televisión, requeriría en el nuevo paradigma de la Comunicación que proponemos una radical supervisión de la belleza de sus conte- nidos desde perspectivas humanísticas. Antes nos hemos referido, con Kapu´sci´nski, al hecho de “informar enseñando a la vez”, y no deberíamos olvidar que, tradicionalmente, una de las finalidades de la persuasión era conseguir sumar el docere al delectare y al movere ciceronianos. Es decir, conseguir enseñar, deleitar y conmover. Una suma de conocimiento con placer que conseguía elevar el espíritu y atraer la atención y la voluntad mediante la conmoción final. Hoy más que nunca esa debe ser la meta de los comunicadores y de que quienes tenemos la responsabilidad de guiarlos. A pesar de todo, no cabe duda de que en nuestros días la retórica comunicativa ha perdido de vista esa suma de valores. La búsqueda de audiencia (y de las ganancias económicas que ello conlleva para los productores y anunciantes) ha hecho desaparecer esos valores. Para conseguir llamar la atención se acude al empleo de recursos burdos, apelando a esa parte más instintiva de hombre y mujeres que subyace bajo cualquier posible educación o sensibi- lidad. Desde este punto de vista, podría decirse que lo antiestético como fenómeno comunicativo se ha hecho fuerte en los medios de comunicación social. Así, la estética tradicional ha perdido su papel como recurso de apelación hoy en nuestros medios, quizá porque exige impactar en los estratos más elevados de la conciencia, ya que implica dirigirse a las capacidades superiores del hombre, aquellas que en la pirámide de Maslow se situaban en la cúspide. Resulta más fácil, por el contrario, y exige menos esfuerzo de creatividad dirigirse a los instintos primarios, aquellos que, por desgracia, nos igualan a todos, como bien reconoce el psicólogo F. David Peat, cuando afirma que “si se coloca a un poeta en medio de una multitud que grita y ondea banderas, las áreas “animales” del cerebro anularán su com- portamiento más civilizado” 90 . 90 Sincronicidad (Barcelona 2003) 127.

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