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LOS TRASCENDENTALES EN LA COMUNICACIÓN: UNA PROPUESTA EDUCATIVA… NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 429-474, ISSN: 0470-3790 439 deban ponerse en relación no sólo con el evidente requerimiento que emana de la importancia del factor educativo, sino incluso con el más difícil, y no menos necesario, proceso de desarrollo de la propia relación enseñanza-aprendizaje 25 . Esta visión de conjunto es necesaria, en mi opinión, sobre todo para evitar la dispersión y, como consecuencia de ello, la infrauti- lización de las capacidades del docente-investigador. Entender el proceso educativo como un todo organizado (más allá de la mera suma de elementos que lo componen) es, por eso, no únicamente una necesidad, sino una ventaja que repercute, a su vez, en la mejora de la propia calidad de la enseñanza. Con mayor insistencia aún, qué duda cabe de ello, en un momento como el actual, en el que la profe- sión de educar se ha convertido en “una tarea compleja, tecnificada y difícil que ya no es posible ejercer sin una preparación científico- técnica” 26 pero en el que, como hemos señalado anteriormente, resulta urgente tomar las riendas de la enseñanza de los procesos informativos y comunicativos con total responsabilidad. 25 También esto debe tenerse en cuenta como factor esencial en el sentido en que venimos hablando, pues no debe perderse de vista que “la opinión más generalmente asumida en el proceso de enseñanza aprendizaje es que la condición necesaria para enseñar es saber. De ahí que no se discuta la asociación entre inves- tigación y enseñanza” , J. GARCÍA CARRASCO et al., Espacios virtuales universitarios, en Teoría de la educación. Educación y Cultura en la Sociedad de la Información, edición en línea: http://teleeduca.usal.es/teoriaeducacion/articulosnumerosanteriores/articulo1. html. Fecha de consulta: 26-12-06. 26 J. VERA VILA, Elementos para el análisis de la imagen social de los profeso- res, en Teoría de la educación 4 (1992) 139-149. 139. “La figura del profesor tradicio- nal, –ha escrito este autor– inserto en un mundo seguro, en una sociedad tradicio- nal basada en la permanencia, la socialización convergente, o la disciplina externa, ha muerto. La sociedad democrática y de masas ha roto el consenso. O tal vez, los consensos que antes estaban separados espacial y temporalmente, viven ahora juntos y yuxtapuestos. La realidad se ha vuelto compleja y confusa, poco estable. Y en este marco, no está claro lo que debe ser enseñado, ni la forma de hacerlo. Todo aquel que asume la tarea de enseñar, llámese padre o profesor, ha de asumir la pérdida de la seguridad que proporcionaba el tener la certidumbre de saber cuáles eran los objetivos sociales y educativos”, 140.

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