NG200802001

EPISTOLA AD MINISTRUM NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 421 coordenada justa, toda la operación en clima orante: el Señor te ben- diga . Sentadas las bases, vuelve a aparecer Francisco en primera per- sona pero con una actitud humilde, del todo apropiada al proceso que se desenvuelve: “Dico tibi sicut possum” ( EpMin 2). En una nota habíamos llamado la atención acerca de la correspondencia significativa de la expresión aludida, con otra que el santo, también en situación epistolar de discernimiento, dirigía a fray León: “Dico tibi sicut mater” ( EpLeo 2). Sin forzar la interpretación, sencillamente podríamos formular la disposición interior de Francisco, en contexto de discernimiento, tal como sigue: Te digo como puedo y puedo como una madre . En línea de continuidad, la expresión “de facto animae tuae” ( EpMin 2), está delatando, aún técnicamente hablando, que nos encontramos delante de una verdadera situación de discernimiento espiritual, pues se trata del “caso del alma” de una persona, de algo que se está desarrollando en el territorio más íntimo, vale decir, en la conciencia del hermano ministro. Así se llega al momento de la MEMORIA, donde se recogen los datos del pasado y las experiencias vividas, trasladándolos al pre- sente. Esta memoria realizada por el ministro, podemos deducirla, al menos en sus rasgos esenciales, de la devolución que Francisco sintetiza en la carta: “quod ea quae te impediunt amare Dominum Deum / quicumque tibi impedimentum fecerit sive fratris sive alii / etiam si te verberarent” ( EpMin 2). La memoria del ministro revela la herida psíquica y espiritual de no poder amar al Señor Dios por- que hay cosas ( quod ea quae ) que se lo impiden. Este obstáculo lo experimenta con la desproporción de la universalidad ( quicumque ) manifestada en la particularidad de los hermanos y aún de otros que no lo son ( sive fratris sive alii ). Esta herida es de tal magnitud que se siente como si hubiera sido azotado físicamente ( etiam si te verberarent ). El hermano ministro vive el presente como si transitara en la noche. Francisco no es ajeno a este tipo de tinieblas. Sabe que al hermano le urge la luz y él se la proclama: “Omnia debes habere pro gratia” ( EpMin 2). Es el momento de la INTELECCIÓN, que

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