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EPISTOLA AD MINISTRUM NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 417 le agrada. Las LaudDei encuentran a Dios como misericordioso Sal- vador al final del litánico canto de alabanza, sintetizando así el con- cepto místico más elevado que Francisco pueda expresar de Dios. Sin embargo el santo sabe que el Señor no puede quedar contenido en un vocablo y por ese motivo en la ExpPat 7 hablará de la “inefa- ble” misericordia divina. Esta realidad inefable ha visto, a lo largo de la historia de la salvación, su rostro más auténtico en los misterios de la vida de Jesucristo. En la Pascua la misericordia y la fidelidad se encuentran según la síntesis admirable de OffPass 3, 1.5.11. En la noche de la Navidad la misericordia es cantada como en pleno día ( OffPass 15, 5; 9, 4). Es un canto existencial que sin abolir la diferencia entre Dios y la criatura, todavía la exalta en la línea de un amor llevado al extremo y así se presenta la misericordia salvando a los miserables y míseros ( Rnb 23, 8). El tercer registro que hemos leído, es el de la misericordia pro- puesta a los frailes. Aparece en correspondencia directa con el dis- cernimiento porque en ella no encontramos solamente sentimientos y voluntad, sino también la inteligencia y el conocimiento ( Adm 27, 6). Esta combinación hace que ni la misericordia sea superflua ni el discernimiento sea rígido. Evitando ambos extremos, Francisco la presenta en la 2EpFid 28-29 como el rostro del amor al prójimo, para aquellos que tienen el oficio de juzgar a los demás. Y agregará en los versículos 43-44 de la misma carta, la misericordia como acti- tud fundamental que ha de primar en las relaciones fraternas, para que no exista la ira delante del pecado del otro, sino paciencia y humildad. Releyendo la Carta a un Ministro, donde la misericordia se enseñorea en el corazón de la misma, e interpretándola a la luz de los textos precedentes, podemos afirmar que se trate de la clave hermenéutica del discernimiento que se está desarrollando. Entendemos por clave hermenéutica aquella categoría semán- tico-teológica, cuya plenitud permite leer e interpretar válidamente un texto, sin forzar su significado. Esta plenitud y validez la trans- forman en una ventana desde la cual asomarse a la total o parcial comprensión de ese texto. Si es utilizada adecuadamente puede dar lugar a una relectura del mismo. Y, aún más, si esa clave adquiere

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