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CARLOS NOVOA 402 NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 ticulares contenidos , en un preciso clima-ambiente, constituido por condiciones externas y disposiciones internas. La operación-ritmo se refiere al procedimiento técnico del discernimiento. En el mismo, en un primer momento, interviene la MEMORIA, mediante la recolección de datos del pasado llevados al presente. Es el momento de la experiencia y no de los principios. Es el momento del sentir profundo. El segundo momento es el del INTELECTO: o discernimiento espiritual propiamente dicho. Es la etapa más delicada y trabajosa ya que el intelecto es renovado y purificado por el Espíritu Santo, mediante la sabiduría, la prudencia y el amor. El tercer momento es el de la VOLUNTAD y LIBERTAD en vistas de la DECISIÓN-ELECCIÓN. Es aquí donde la propia historia es integrada a la historia de la salvación por la acción del Espíritu Santo y la colaboración decisional de la persona humana. Las personas o sujetos del discernimiento son, en primer lugar, el Espíritu Santo que obra en nosotros (Rm 8; 12, 1-2). Hablando del sujeto humano, puede tratarse de una persona singular, en cuyo caso se trata de discernimiento personal, o una comunidad, en cuya realidad hablamos de discernimiento comunitario, que es el verda- dero discernimiento espiritual porque realizado en la Iglesia. Los contenidos hacen referencia al objetivo del discernimiento. Ya sea como objetivo que se discierne, que genéricamente es realizar la voluntad de Dios, si bien en lo concreto cada discernimiento tiene su contenido específico. Ya sea como objetivo sobre el cual o acerca del cual se discierne: las mociones interiores y el efecto que producen, las causas de las mociones (motivaciones), los signos de los tiempos. También, y muy importante, significa considerar el objeto con el cual se discierne. En este sentido se trata de los criterios que ayudan a separar, distinguir, juzgar y discernir. El criterio es la llave que permite abrir el sentido de los hechos y tomarlos como “palabra de Dios”. En este aspecto intervienen: la persona misma de Jesucristo en cuanto Verbo encarnado, Palabra del Padre y Verdad que nos hace libres; la sagrada Escritura y la Iglesia; los signos de los tiempos donde Dios nos habla mostrándonos los criterios para el discernimiento.

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