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CARLOS NOVOA 392 NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 En la misma línea, aún con variantes de intensidad, más que de contenido, Francisco se expresa en muchas de las oraciones. Un ejemplo claro son las Alabanzas al Dios Altísimo ( LaudDei ). Des- pués de haber derramado su corazón en una letanía amorosa, no sabiendo ya más cómo alabar al Señor, no encontrando calificativos capaces de hacer visible y expresable la superabundancia de la que se siente invadido, termina resumiendo en tres palabras: “grande y admirable Señor, Dios omnipotente, misericordioso Salvador” . No es fantasía desentrañar de esta frase, la cautivante experien- cia de la misericordia en la vida de Francisco. Cuando las palabras no bastan, cuando los calificativos se han terminado, cuando ya no hay lengua capaz de expresar quién es Dios, Francisco, todavía encuentra la última definición, aquella que logra sintetizar toda su mística: misericordioso Salvador . Sin embargo, Francisco no se engaña con las palabras, sabe que ellas, respecto de Dios, lo expresan ocultándolo. Así nos lo da a entender en la Paráfrasis al Padre Nuestro ( ExpPat ): “Y perdóna- nos nuestras deudas: por tu inefable misericordia, por el poder de la pasión de tu amado Hijo y por los méritos e intercesión de la beatí- sima Virgen y de todos tus elegidos” ( ExpPat 7). La misericordia es inefable , dice de Dios más por lo que oculta que por lo que revela. Se manifiesta en el poder salvador de la pasión del amado Hijo de Dios, permaneciendo, al mismo tiempo, oculta para los ojos del mundo en el sacrificio cruento de la cruz. En esta línea se manifiesta revelador el Oficio de la Pasión (OffPass), donde Francisco celebra todos los misterios de Cristo y no solamente el de su pasión 88 . Así, nos encontramos con que Jesús se manifiesta plenamente confiado en su Padre, porque, gracias a su misericordia, lo ha librado de sus enemigos: “Ten misericordia de mi, oh Dios…Envió Dios su misericordia y su fidelidad y arrancó mi alma de las manos de mis enemigos” ( OffPass 3, 1.5). Y lo confirma subrayando el 88 Cf. M. A. LAVILLA MARTÍN, La misericordia en San Francisco de Asís , 271.
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