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CARLOS NOVOA 386 NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 Como en un reposo de la carta, a los así descriptos, Francisco los llama bienaventurados si perseveran en tales cosas, porque sobre estos hermanos descansará el Espíritu del Señor y hará en ellos habitación y morada . La consecuencia de la inhabitación del Espíritu del Señor, el santo la presenta, en una exaltación mística, de la siguiente manera: “son hijos del Padre celestial (cf. Mt 5,45), cuyas obras hacen, y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo” (cf. Mt 12,50). El texto evangélico aludido: “Quien hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt 12, 50) , obra como vórtice en torno al cual gira toda la experiencia de parentesco místico con Dios, como don del Espíritu Santo en Jesucristo, que ha pronunciado esas palabras. Abundando en la relación familiar, Francisco agrega la del matrimonio místico que sólo puede obrar la inhabitación Trinitaria en la persona del hermano y que el santo identifica con las tres exclamaciones jubila- res (iniciadas por la interjección exclamativa Oh! ) 78 . Concluyendo con este análisis, podemos constatar cómo la mís- tica de Francisco, es de tal manera concreta, que asigna a cada rela- ción de parentesco con Dios una función-verificación: “Somos espo- sos cuando, por el Espíritu Santo, el alma fiel se une a nuestro Señor Jesucristo. Somos para él hermanos cuando hacemos la voluntad del Padre que está en los cielos; madres, cuando lo llevamos en nuestro corazón y en nuestro cuerpo, por el amor divino y por una concien- cia pura y sincera; y lo damos a luz por medio de obras santas, que deben iluminar a los otros como ejemplo” . Tamaña relectura espiri- tual, de la obra del Espíritu en cada hermano, no puede sino tener una clara aplicación al modo evangélico de vivir la fraternidad. Éstas son las odoríferas palabras , que Francisco se propuso comunicar a todos los que viven en penitencia 79 . 78 Una lectura profundizada del tema nos la ofrece L. LEHMANN, El signifi- cado del Espíritu , 449-451. 79 Ahondando en el significado de las cartas de san Francisco véase el estu- dio de L. LEHMANN, El hombre Francisco a la luz de sus cartas , 46-49.

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