NG200802001
EPISTOLA AD MINISTRUM NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 385 figuración con el protagonista, Jesús, el Hijo de Dios enviado para mostrarnos al Padre (cf. Adm 1). iii. En la Carta a todos los fieles 1ª redacción ( 1EpFid ) 1 Todos los que aman al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, con todas las fuerzas, y aman a sus pró- jimos como a sí mismos (cf. Mt 22,37.39; Mc 12,30 ), 2 y odian a sus cuerpos con sus vicios y pecados, 3 y reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, 4 y hacen frutos dignos de penitencia: 5 ¡Oh cuán bienaventurados y benditos son ellos y ellas, mientras hacen tales cosas y en tales cosas perseveran!, 6 porque descansará sobre ellos el espíritu del Señor (cf. Is 11,2 ) y hará en ellos habita- ción y morada (cf. Jn 14,23 ), 7 y son hijos del Padre celestial (cf. Mt 5,45 ), cuyas obras hacen, y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo (cf. Mt 12,50 ). 8 Somos esposos cuando, por el Espíritu Santo, el alma fiel se une a nuestro Señor Jesucristo. 9 Somos para él hermanos cuando hacemos la voluntad del Padre que está en los cielos ( Mt 12,50 ); 10 madres, cuando lo llevamos en nuestro corazón y en nuestro cuerpo (cf. 1 Co 6,20 ), por el amor divino y por una conciencia pura y sincera; y lo damos a luz por medio de obras santas, que deben iluminar a los otros como ejem- plo (cf. Mt 5,16 ). “ 11 ¡Oh cuán glorioso, santo y grande es tener un Padre en los cielos! 12 ¡Oh cuán santo, consolador, bello y admirable, tener un tal esposo! 13 ¡Oh cuán santo y cuán amado, placentero, humilde, pacífico, dulce, amable y sobre todas las cosas deseable, tener un tal hermano y un tal hijo: Nuestro Señor Jesucristo!, quien dio la vida por sus ovejas” (cf. Jn 10,15 )... En los primeros cuatro versículos de esta carta formidable, Francisco está dando las características identificadoras de sus des- tinatarios: amantes del Señor y amantes de los hermanos, según el mandato evangélico referido; por otro lado, tres actitudes, de las cuales las dos primeras en presentación contrastante: odiar el pro- pio cuerpo , con sus vicios y pecados, y recibir el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo ; rematando con hacer frutos dignos de penitencia.
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