NG200802001
CARLOS NOVOA 384 NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 la base de nuestra fraternidad: ser hijos del mismo Padre. No deja de sorprendernos la profundidad con la que Francisco lee la Palabra. Adm 14 “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,3). Hay muchos que, perseverando en oraciones y oficios, hacen muchas abstinencias y mortificaciones cor- porales, pero, por una sola palabra que les parezca injuriosa para sus cuerpos o por alguna cosa que se les quite, escandalizados enseguida se perturban. Estos no son pobres de espíritu, porque quien es de ver- dad pobre de espíritu, se odia a sí mismo y ama a aquellos que lo gol- pean en la mejilla (cf. Mt 5,39)”. Nuevamente, es el Evangelio la motivación que Francisco tiene en el corazón para hablarnos de un tema que le es fundamental: Los verdaderos pobres de espíritu, y no la pobreza de espíritu, porque Francisco no habla en abstracto. Pone el ejemplo, por demás frecuente, de aquellos hermanos que se diría son fervorosos, penitentes, casi ejemplares de austeri- dad y contemplación, pero que no logran controlar la verdad que llevan dentro: todas esas mortificaciones y abstinencias, no son más que máscaras. A lo más un intento de silenciar la propia verdad: no soportan ser contradichos, injuriados o privados de algo que creen les pertenece. De este modo, no viven en paz, se escandalizan y perturban porque, al final de cuentas, siempre ha anidado en sus corazones la inquietud y perturbación, que ahora encuentra canal para manifestarse. Es interesante notar que Francisco no los juzga cuando dice que no son pobres de espíritu , al contrario, les está proclamando la verdad de sí mismos y les invita a considerar quién es de verdad pobre de espíritu . El parámetro no está puesto en las prácticas ascé- ticas exteriores, sino en dos movimientos simultáneos del corazón: despreciarse a sí mismo , esto es, “justipreciarse” delante de Dios y de los demás, y amar a los que le golpean , o sea, tener la misma actitud de Jesús camino de la cruz. Francisco no lleva su Lectio Divina , realizada en las Adm a un nivel de parénesis moralista, sino que provoca, en el interlocutor, la misma experiencia que él tiene con la Palabra de Dios: la con-
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