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CARLOS NOVOA 382 NAT. GRACIA LV 2/mayo-agosto, 2008, 323-428, ISSN: 0470-3790 que se obra en el corazón de la víctima. El amor ha de traducirse en obras concretas hacia el que nos ha injuriado, porque así se manifestó el Hijo de Dios en la consumación de la mayor obra de misericordia en la cruz. Adm 24 “Bienaventurado el siervo que ama tanto a su hermano cuando está enfermo, que no puede recompensarle, como cuando está sano, que puede recompensarle”. En la misma línea del amor, además de los enemigos, que son el vértice de manifestación del verdadero amor, según Dios, aparecen los hermanos enfermos. Ellos no pueden devolver nada a cambio de los favores recibidos, justamente su situación los inha- bilita para la reciprocidad. Es también en esta situación concreta de la vida fraterna, donde hemos de manifestar el verdadero amor. Un amor que no busca la devolución, un amor que no se busca a sí mismo, bajo la máscara del altruismo, un amor en la línea de la oblación en beneficio de aquellos que no pueden recompensarnos. Quien ame de esta manera será bienaventurado. Adm 25 “Bienaventurado el siervo que ama y respeta tanto a su hermano cuando está lejos de él, como cuando está con él, y no dice nada detrás de él, que no pueda decir con caridad delante de él”. Temáticamente relacionada con la anteriores admoniciones, la Adm 25 podríamos considerarla la Regla de Oro de la vida fraterna . Lo que en ella leemos es la invitación a unas actitudes, entre herma- nos, sin dobleces ni mediocridades. Aquí el verbo amar es acompa- ñado por el verbo respetar, indicando que es la dignidad del otro la que ha de empujarnos a vivir el verdadero amor entre hermanos. El contenido es de una sabiduría tan impactante, que dice mucho de la experiencia de vida fraterna del autor. El paso de los días y de los años, junto a otros, se va tornando gris; la rutina corroe las más altas motivaciones; la caridad se enfría; el horizonte se opaca y delante nuestro nos encontramos con el plato preferido de la hipocresía y la mediocridad: decir detrás del hermano , hablar a sus espaldas, murmurar contra él. No hay veneno que tenga mayor eficacia mortal en las relaciones fraternas que el de la “lengua” . Y

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